1-“No tengo el coño en primavera para las artes escénicas”. Lo dice U., y luego se acerca a mi mesa remolón: “apunta, apunta…”, porque sabe que soy su mejor fan y que sólo con las transcripciones de sus sentencias podría escribir una Ana Karenina muy gay, muy transgresora y muy contemporánea.

2-Me llama mi amigo J.M., y me confiesa que a veces escribe cartas a su mujer y a sus hijos: “Como me cuesta expresar mis sentimientos, de vez en cuando utilizo la escritura”. Ya he dicho otras veces lo que admiro a J.M. por su habilidad como constructor de relatos -ese agudo ingenio para urdir- por la lealtad a sus compromisos y su brillantez profesional,  pero también por esa ternura tan comedida y catalana, que estalla cuando menos te lo esperas y te alumbra con su llama. (Sí, J.M es ese hombre con el que me pierdo por las ciudades. Un desnortado patológico, como yo misma)

3-Como con M. en un coqueto restaurante de paredes azul plomo y flores frescas aquí o allá y hablamos de… hombres. De amores fatales, imposibles, improbables y de esos otros construidos poco a poco, en las trincheras, incómodos a ratos, trabajados, que un día se resuelven como un sudoku y se vuelven inmortales. De hombres que llaman para hablar a las tres de la mañana y de los que se despiden a las once y dan los buenos días con el sol. M. es tan rápida y tan divertida que se nos hace corto. Compartimos taxi sin saber si el trayecto nos interesa a ambas. Las ganas de estar juntas.

4-A C. su ex novio de hace tantos años la sigue reclamando para verse. A veces le pregunta ¿me dejas que te toque el trasero?, y ella se deja por los buenos tiempos. No es que él sea un maduro rijoso y ella una enfermera del amor, es que ambos a veces están solos y el roce por los viejos tiempos es glorioso para él y nostálgico o compasivo para ella.

5-“Hoy he dado 8.834 pasos”, me informa D., que tiene un programa en su móvil para contabilizar sus movimientos. En realidad son zancadas, porque D.compite con todos los semáforos de la Castellana y suele ganar, no se le cierra ni uno. Es el único hombre trajeado que va corriendo por la calle sin que le persiga un toro.  Cuando voy a su lado contiene sus ganas de azuzarme para que participe en en encierro fantasma y luego se burla de mis tacones.  (Sospecho que poner cifras a la vida es una forma de apresarla y que no se nos escape. Un órdago a la muerte).

6-Minichuki a su hermana: “Me da igual no entender de wasap, yo entiendo de amistad”. Las sentencias de la enana a menudo te descolocan. Ayer llegamos de urgencias con un huesecillo roto de su pie y forcejeábamos por el pasillo, ella colgada de mi cuello: “Creo que esta situación va a ser insostenible”, me dijo muy seria ante mi incompetencia. “¿Serás capaz de ducharme ahora?”.