¿Ser declarado “no apto” significa que no eres apto en términos generales o que no tienes las habilidades probadas para demostrar una aptitud, pongamos el salto de pértiga? Y, en ese caso, ¿por qué no lo llamamos “inepto”, ya que la lengua de Cervantes nos otorga adjetivos como para parar un tren?

Ya, claro, inepto suena peor. Se queda en la frontera del insulto. Bastante tienes con suspender el carnet de conducir, tras pegarte el madrugón y sortear las rotondas del crudo Móstoles, al sur de la capital, como para que encima te entreguen un papelito que ponga: “inepto”, “inútil”, “incapaz” o “peligroso para la circulación”. Y sin embargo esa era yo cuando suspendí el examen. Y también cuando lo aprobé.

Pero si te declaran “no culpable” yo entiendo que no te ven del todo inocente. Que hay una pátina de polvo sospechoso sobre la superficie pulida. Un no culpable puede ser la Letra Escarlata que te condena a vivir con una sombra de vergüenza. La ley, estrictamente, no puede golpearte con su puño vendado, pero sí rozarte con las yemas y quitarte esa toga invisible que no te servirá para esconderte de la vergüenza social.

Espero que ser no culpable signifique algo así como que te han regalado un patatal sin patatas ni regadío. Que ninguna mujer te mire a los ojos con deseo. Que en las tiendas no te fíen, que tu olor a Barón Dandy no oculte el olor a podrido. Que sueñes cada noche conversaciones de amor de casquería donde no hay delito, al parecer, pero sí desasosiego. Espero que nunca jamás un no culpable esté al timón de un pueblo, de un país, y lo abochorne. Que sólo de inocentes se nutran las despensas.

Si me declaran “no objetiva” diré que soy  soy culpable. Que acato la letra de la ley, pero lloro por los rincones por su música. Que doy gracias al cielo porque en caso de duda nunca meterán a un inocente en la cárcel sino que soltarán al que lo hizo. Este principio sagrado nos ha hecho grandes y libres. Sólo espero que los no culpables pero no del todo inocentes sufran la condena y el fuego implacable de sus conciencias, si las tienen.

Yo acuso, yo lloro, yo me desgañito por los que fueron acusados sin haberse ensuciado las manos. Hoy, más que nunca, proclamo que es el día de los inocentes. Y alzo mi copa por ellos.