Mi querida Big-Bang:

Mi amiga C. tiene tres hombres al retortero. El primero le gusta, pero no le conviene. El segundo le conviene, pero no le excita. El tercero está en la bruma, esperando su momento estelar cual concursante de “Lluvia de estrellas”.

-Tú lo que eres es un poco ligerilla, le decimos tiñosas de celos. ¿Vas a mantener semejante banquillo de la Champions League cuando las demás estamos a dos velas jugando en tercera regional?
-Bueno, no sé, me cuesta decidir, como en el bolero.
-Pues eso, nena, ¿cómo se pueden tener tres maromos a la vez, y no estar locaaa”.

Es pura matemática. Si dividimos los candidatos entre el grupo de íntimas tocamos a medio por cabeza, pero parece ser que la cosa del amor no es prorrateable, así que todas nos disponemos a recibir una ración virtual de su pasión. Será como una serial de los de antes. Cada dos o tres días la mantis religiosa nos brindará un relato de sus lances, con pelos y señales (C., te ruego que ahorres detalles escabrosos, que la tiña la carga el diablo y lo mismo termino haciéndote una zancadilla en medio de tu momento estelar con humo y cortinilla de terciopelo).

Sí, soy a mi amiga lo que el espontáneo al ricitos de Eurovisión. Si se me hinchan las narices puedo irrumpir en su escena y recitar su papel de memorieta. Lo he ensayado durante décadas, sin saberlo, y como nuestra amistad está a prueba de bombas nucleares, puedo levantarle el rollo y luego tan amigas. Claro que igual a las otras les da por lo mismo y terminamos en una pelea de barro, encharcadas en un ring y sin árbitro que nos desenmarañe.

Sí, como diría mi abuela, “dios da pañuelos a quien no tiene mocos”. Mi amiga no sabrá disfrutar de su harén como no sabe hacerlo del caviar iraní. Ella es más de guisote y tortilla de patatas, y si le ponen tres menús completos de El Bulli lo mismo termina cabreando al chef. Comer, beber, amar. Mientras tus íntimas observan muertas de hambre y por detrás del cristal. ¿Puede concebirse semejante crueldal? ¿Dónde esta ese Secretario chinorris de naciones Unidas cuando más se le necesita?

Pero somos amigas y en estos momentos críticos es cuando una buena amistad se la juega (creo recordar que ese era el claim de un desodorante maloliente). C., querida, respecto al vestido Pucci que querías que te prestara, rien de rien. lamentablemente este mes y los que siguen tengo compromisos inaplazables. Tú disfruta del triunvirato. De buen rollito, ¿eh?