1. Anoche, traspasada de cama y de runrún catalán. “Escribir tiene que ser una aventura o no ser”, leía. Ay, Ulises, dónde te has metido. Salir a batirte entre palabras dardo. Irte antes de irte. Apuntar: Al columpio le faltaba una cuerda, se balanceaba con el cuerpo escorado hacia la izquierda,  en equilibrio frágil. “Más fuerte, más fuerte”, gritaba, y él obedecía. Los espectadores adivinan que antes o después habrá catástrofe. Los dientes de la bocaza abierta de la niña en primer plano.

2.Encuentro que leer varios libros a la vez me ayuda a conectar túneles subterráneos interesantes. Gil de Biedma y Peter Handke, todavía. Apenas una páginas. Calor y frío. Uno suda petróleo, el otro transpira finamente, pero jamás se le hace cerco en la camisa. (Me intriga la gente que no suda) El primero podría haber sido encontrado muerto en un callejón del barrio chino de cualquier ciudad. El segundo en una estación de tren de provincias, siempre con la libreta en la mano, absorto como un buda. Extraña forma de encontrar un todo en la dispersión, la diferencia. Subrayados en rapto, por igual.

3.Mi voracidad por las iglesias no tiene fin. La cúpula de San Lorenzo (Turín) en es sí mismo un espectáculo de curvas deliciosamente barroco y geométrico. Manuel Filiberto de Saboya quiso conmemorar la batalla de San Quintín que en España devino en la basílica de El Escorial (donde escuché el Requiem de Mozart más sobrecogedor de mi vida, una noche de agosto). Me quedo con la italiana, sin duda. Recogida, sin planta en cruz que despiste el espectáculo, compacta y llena de alardes en armonía indiscutible, menos solemne. Atención al presbiterio. No recuerdo el Cristo en su cruz, sin embargo.

4.Cuando pillo a mi adolescente (ex Minichuki) en un renuncio no es de las que niegan la mayor, qué tontería. Ella dice “lo siento”, y ayer le respondí: “No es verdad, no lo sientes“. Y se hizo el silencio.

5.Debo buscar un vicio que sustituya al café, ya superado. No tabaco, no drogas químicas de descampado chungo, no cerveza de momento, no hombres… A menos que puntúen viajes, libros, zapatos, intolerancia, amigos, recogimiento. Planeo un fin de semana de retiro en la hospedería de un convento con monjas cantoras, si es posible. A este paso un dios me va a encontrar, de tanto rondar sitios sagrados. (Pd. El Santo Sudario, Síndone, Sábana Santa, Santa faz o como sea que se llame es casi un souvenir en Turín. Hay copias en las iglesias y mi grupo y yo pensamos que sirve de cabecero en no pocas camas locales. Dentro de veinte siglos, si existe el mundo, encontrarán tal vez la Santa Chupa).

(Deliciosamente partidaria de la irreverencia. Tal vez por efecto de mi nueva alcalinidad)

6.De la columna de ayer de Arcadi Espada, qué decir. Que parecía Sostres. Uno a veces se desesmascara en pocas líneas, cuando baja la guardia o al levantarle el viento las enaguas se le ve el interior de las costuras. Conté varios “ismos” ofensivos y poco inteligentes. Y no voy a darle más bola, que se digiera solo y se lamente.

7.Frente al espejo, me pruebo vestidos largos, princesa por un día. El disfraz de una noche, la cara de diario. Las mujeres solemos travestirnos y es un juego travieso y nada frívolo si lo miras de cerca. Ser otra por un rato, en unos días. Tan justo y necesario. Hoy debo decidir con cuál me quedo.