Mi querida Big Bang:

Ayer me pegué un atracón de gazpacho sin somníferos. Puse a tope “A Ciegas”, de Miguel Poveda, y entre tarareo y tarareo sorbía y sorbía. Y de paso me sorbía los mocos, con perdón, y me restregaba las lágrimas contra el rímmel, porque a mí la copla me pone muy sentimental, y si es con gazpacho los efectos se multiplican.
Te cuento esto sin tapujos porque mis amigas me dicen que no eres remilgada. Que ellas te escriben barbaridades con onomatopeyas included y tú les regalas consejos asépticos envueltos en celofán. Así que copla más gazpacho igual a tupitaina segura. Me pasan cosas similares con otras acciones simultáneas. Por ejemplo, depilación a la cera más lectura de prospecto de medicamento. Si mientras te pegan el tirón estás en el capítulo de “contraindicaciones” o “efectos adversos” puede suceder que saltes de la camilla con una súbita manifestación de “efectos contraindicados” a nivel de las ingles. ¿Paranormal, eh?
Luego están los clásicos, como nadar y guardar la ropa, coser y cantar, leer el Hola y despellejar, ponerse el biquini y meter tripa o practicar el sexo y contar de diez en diez hacia atrás. Esto último, combinado con una coplilla de Miguel Poveda, te deja el cuerpo listo para zambullirte en una inmensa piscina de gazpacho postcoital, que garantiza diez o doce minutos de llanto y te deja como dios. Snifff.