Mi querida Big-Bang:

“Cada vez que rompa un corazón, tire un tabique”. He soñado con este claim toda la noche. Mi casa era un loft a la fuerza y, a falta de muros, la emprendía contra estanterías, zapateros y baldas de la despensa. Todo lo que separa y sostiene. Al fin terminaba tiritando frente a la nevera abierta, justo antes de emprenderla contra el último cajón del congelador. Sin tabiques, sin vanos, la vida es una burbuja espacial flotando a cámara lenta en el espacio de la sinrazón. (Apunta esta frase en tu libreta grasienta que hoy estoy sembrada y podrás fardar de paciente en el congreso de psicotas de Oklahoma)

Lo que nos rellena nos sostiene. El hueco es como la tumba, un agujero negro, como tú, donde caer a un vacío sin picaportes ni manivelas. El abismo. De ahí que decoremos nuestras casas y nuestras vidas con objetos en relieve y datos corpóreos. El horror vacui siempre fue un horror, pero convendrás que en las fotos queda bonito. Igual que los vestidos de alta costura sobre las modelos cuasianoréxicas.

Necesitamos formas, curvas, desniveles y otros accidentes que nos mantengan despiertos. Nada más aburrido que una carretera lisa y plana que se pierde en el horizonte. Yo, en esas, me crezco y saco el kit depilatorio para arreglarme una ceja. Luego pasa lo que pasa. Las mentes planas me provocan bostezos, y las retorcidas desazón. Pero, ¿hay que elegir entre el Barroco churrigueresco y los predicamentos de la Bauhaus? Sí, me he levantado oscura y va a tener razón mi primer novio, que el otro día, preocupado, me envió un poema titulado “Invictus” para sacarme del hoyo.

“Verás, nene, estoy bien. Con la piqueta en la mano y sin tabiques que demoler, eso sí”. Una mujer desocupada e hiperactiva como yo es Chernobil a punto de grieta. Necesito acción. Y no me mandes que ordene el cajón de los CD´s porque no me da la gana. He alisado mi vida y soy un lienzo sobre el que no escribe ni el jodío de Mr.Rubidio. ¿Y si apelo al más allá?.

Voy a coger papel y ceras y definiré contornos. Un punto de fuga, cuatro líneas desde las que construir sentada en el suelo, entre estas paredes blancas. Pondré un estante de lack IKEA como la unidad familiar clase media que soy. Un jarrón con flores blancas, una mesa Tulip de Saarinen y el sofá de vagos de los Eames. El entorno perfecto para una destroyer, con música de Mahler, un suponer. Luego me intaré una manta y, justo cuando todo esté en orden, romperé lentamente mi obra y tocará recomponerme. El tedio, verás, me ha dado alas. Por si acaso no enciendas hoy el Telediario. Avisada quedas.