“Hay que comenzar por la desesperanza” (El mito de Ícaro. Tratado de la desesperanza y la felicidad. Andre Comte-Sponville)

Mi amigo J.E sospecha que mi andamiaje moral e intelectual es frágil y propenso a la distracción, así que de cuando en cuando  envía separatas filosóficas para alimentar la llama de mi cerebro exhausto (el mío y el de dos amigos queridos):

“Léetelo todo para saber qué quiere decir para este señor desesperanza, que
es más bien inesperanza y qué lugar ocupa en el trayecto, ya que no es
lugar de origen sino de destino (y sí, lo siento pero se puede
interpretar como “unidad de destino en lo universal”, pese a quien pese…)

Le cuento que algo he leído de Comte-Sponville y me pide títulos de inmediato. “El amor, la soledad… respondo. Recuerdo que subrayé algunas revelaciones interesantes”. J.E es un lector voraz. Un hombre fiel y juguetón de carcajada fácil y mente de rayo que prefiere los menús de alta filosofía, mejor epicúrea,  aunque si es necesario hace concesiones a cierta divulgación.


Lo difícil es estar solo. Sin Dios, sin amigos, sin amores.
Ser ateo es difícil y más de uno fracasa en el intento. No basta no creer, como no basta para saber qué es la noche, cerrar los ojos…



Leo en la cama las reflexiones de este señor y entiendo que hay viajes de vuelta que en realidad son viajes de ida. Apuro el segundo café prisionera porque las Chukis algo traman y me han preparado un cumpleaños inolvidable que exige acotar el espacio: “Mamá, sólo puedes ir al baño y nada más”. Las escucho susurrar en el pasillo y me lleno de esperanza, con la venia de Comte-Sponville. Asumo que no esperar es lo que nos predispone a la sorpresa, y me pregunto cómo ahogar tanta expectación jubilosa. Acto seguido decido que no pienso ahogar nada, salvo los malos pensamientos, si sobrevolaran como cuervos negros. Que no va a ser.

Furias-El Prado

(Mis hijas, a sus 11 y 17 años, me siguen haciendo cartulinas que son cartas de amor con fotos, y ese revival de infancia me da alas (¿las de Ícaro?). Ellas lo llaman “regalos caseros”, como los bizcochos y las magdalenas. Y cada año que sumo con sus letras es una fiesta que huele a horno caliente y a vainilla).

La desesperanza, no la tristeza. E incluso: la desesperanza contra la tristeza (…) Trampas del tiempo, laberinto de vivir. Muy bien, Andre querido, pero hoy tengo el día muy Nacha Pop y muy “Puertas abiertas”, si no te parece mal. Pienso pegarme un banquetazo de hedonismo que ríete de las bacanales romanas con sus chaise longues y sus racimos de uvas.

Un año más. Me esperan las Furias de El Prado y otros prados aún mejores.  Y respecto a ti, querido J.E, que sepas que lo he entendido. Comte es optimista, pero sabe que para llegar al amor, la fe y la esperanza hay que pasar por la soledad. Tierra baldía. Y mirarla fijamente hasta que salga el primer brote.  Y hoy esto es un sembrado verde, con sus flores y todo.