Mi querida Big-Bang:

¿Por qué los jueces estrella entran y salen corriendo de la Audiencia Nacional como si los enchironandos fueran ellos? ¿Por qué Barbie ha celebrado ya tres o cuatro veces su 25 aniversario sin que nadie lo denuncie públicamente? ¿Por qué voy esta noche a una fiesta de elogio y refutación del whisky si lo mío es la ginebra, ehhh? ¿Qué he hecho yo para llevar despierta desde las 5 de la mañana si no he rellenado aún la instancia para entrar en el convento de las descalzas insomnes?

Entenderás que tanta desazón pueda conmigo. Las grandes preguntas de la humanidad no tienen que ver con los cohechos del PP, el fantasma de Raimunda o la morrallita de Jiménez del Oso, sino con la cotidianidad más prosaica. Una vive en un mundo real life donde el sobresalto es continuo y los de alrededor parecen no darse cuenta. O disimulan para hacerme luz de gas y así alimentar los divanes que frecuento, donde me hacen más preguntas absurdas que acrecientan el bucle en el que me encuentro. Soy una mujer hámster, que diría mi querida A, y como siga dando vueltas a la rueda los que volaron sobre el nido del cuco van a parecer aficionados a mi lado. ¡¡Ay Jack, cómo te entiendo!!!

Vale, sí, es viernes. Carpe Diem. Gaudeamus Ïgitur. Totum revolutum.Pero con el cuerpo hecho fosfatina no puedo echarme a la calle y fingir que soy una Barbie de 25 años, recauchutada y tetuda. No, esto no hay Prozac que lo enderece, así que voy a dejar el botiquín tranquilo y a tratar de hacerme invisible. No soy, no estoy, beberé whisky, comentaré el chascarrillo del conductor del autobús y les seguiré el rollo a mis hijas sin vigilar el bol de los corn flakes. Como una replicante peligrosa.

Por si las moscas, acabo de esconder la máquina de escribir y la motosierra. Vaya a ser que termine delante del juez estrella corriendo como una loca hacia el banquillo. Como la dulce Neus, pero con mejor corte de pelo y mejor bolso. Ay, Nicholson, cómo te extraño!!!!