Mi querida Big-Bang:

Hay piezas musicales -como los Caprichos para violín de Paganini http://youtu.be/iGU9NxnhRTUque requieren extraordinario virtuosismo, platos de cocina que exigen maestría -en mi caso, las lentejas sin quemar- y hombres de tu vida de sedal largo y pocas preguntas -¿James Spider?-. Otros, sin embargo, van al detalle, al cómo, al dónde y, sobre todo, al con quién. Hay parejas cargadas de silencios que el día que no pueden más destapan la caja de los secretos y dejan al otro asomado a un abismo, tiritando y con pocas opciones de salida. A mí, ya sabes, me educaron las monjas, y para cuando empecé a ver las mentiras que ocultan algunos sólidos matrimonios ya era demasiado tarde para que me parecieran parte de la partitura.

Sí, puedo ser muy cínica si me entreno, pero albergo una romántica en el armario que rechaza los cuernos como componentes imprescindibles en lote de las parejas longevas. Sí, entiendo que no somos monogámicos, que echar una cana al aire es  un tic de la especie animal, que acostarse todos los días con el mismo puede ser monocromático. Pero entonces quizás haya que jugar en otra liga, la del pentatlón. No pasarte veinte años de engaño con un marido y un amante, dándoles a cada uno lo suyo. Que viene a ser como practicar tiro con pistola, esgrima, natación, salto ecuestre de obstáculos y carrera a campo a través sin dopaje ni vocación. Un sindiós. 

Hay virtuosos de la bicefalia, de la ambivalencia, de la ambigüedad. Tocan piezas tan endiabladas que terminan como Glenn Gould http://youtu.be/g7LWANJFHEs, con la capeza apoyada en las teclas de su piano. Exhaustos. Tengo alguna amiga que ha simultaneado relaciones poniendo distintas músicas al móvil, según llamara uno u otro. Con el corazón al galope. Con una voz diferente si su interlocutor era A o B. Y con inevitables fallos de estrategia cuando olvidaba a quién le había dicho qué.

En realidad, lo que envidio es el talento ajeno para la simultaneidad. El día que no achicharro las lentejas salgo a la calle ligera y ufana. Me gustaría haber aprendido a tocar el oboe, el instrumento más sensual de todos, pero tendré que ceñirme a la percusión de la campana para llamar a las Chukis al orden. Y en cuando a la fidelidad, no he sido muy constante en el seguimiento del curso CCC para ventrílocuos del amor. Y cuando miento se me pone una cara de trola que ni Rajoy en campaña.

Así que voy a practicar acciones conjuntas imposibles yéndome en bici con falta de tubo y tacones. Atenta a España Directo que lo mismo me sacan en la tele y logro mis quince minutos de fama. Como Glenn, como Clinton… http://youtu.be/KiIP_KDQmXs