Mi querida Big-Bang:

Nos han engañado. La operación biquini es en realidad una intervención a vida o muerte que consiste en rebanar con bisturí y sin anestesia todo el sobrante de lorzas acumuladas durante el invierno. Sí, los cuerpos cambian y Arquímedes tenía razón. Tú te metes en la bañera rebosante y el agua que desalojas es directamente proporcional a los platos de foie con reducción de Pedro Ximénez que te has apretado de septiembre a junio. Pura matemática.

No, no lo digo por mí, que no engordo de pura malicia. Pero sí redistribuyo la riqueza corpórea, que para algo me he empapado a los próceres del libre mercado. Mi humanidad campa libremente según las siniestras leyes de la oferta y la demanda, esas que han provocado el crack de la economía mundial y provocarán el crack de mi club de fans, sólidamente construido a base de engaños y fajas reductoras.

Lo que tiene la operación biquini es que una vez que te desinhibes te da un fuerte ataque de melasudismo y lo enseñas todo sin pudor. “Que lo vean los cristianos”, piensas en un arranque de chulería, sin sospechar que lo mismo prefieren volver al circo romano y huír delante de las fieras que enfrentarse a tu visión en deshabillé. ¿Acomplejada yo? Rien de rien!

Como creo que hay que compartir las experiencias dramáticas, ahí van una serie de consejos sabios para mujeres a punto de enfrentarse con la lycra y el after sun:

1. Meter tripa no es un engaño, es un estilo de vida. Hágase tres veces al día hasta que se te corte la respiración. La tensión os sienta tan bien…

2.En la playa, siéntate siempre al lado de una gorda con la piel rosa de insolación. Hay que ser muy masoquista para plantar la toalla junto a una teutona de ésas de piel dorada, piernas de gacela y tetas sin gravedad.

3.Elige mejor la postura de cúbito supino o boca abajo. El plano más patético es sentada, porque la tripa se repliega y exhibe en 3-D todo su esplendor. Si ligas y estás boca abajo, no te levantes ja te maten. Estira el cuello y sonríe con esa ligereza que tienen las macizas acostumbradas a la presencia del macho en celo 24h al día.

4.No juegues a las palas, ese invento infernal que desafía la estabilidad de las grasas propulsándolas en un centrifugado salvaje. Mejor, gimnasia sueca a la orilla y sin grandes esfuerzos abdominales.

5. Ten a mano una revista o, mucho mejor, un periódico británico de formato sábana por si en algún momento tienes que taparte. George Clooney podría estar en la misma playa que tú, piénsalo siempre, y no se ofrecerá a extenderte en bronceador si considera que sus manos van a hundirse cuatro centímetros de lo que se viene llamando el mondonguillo.

Estos cinco mandamientos se resumen en uno, como las leyes de Moisés: el burka playero es tendencia, no condena, y Alá te hará un hueco en su reino si te cubres de arriba abajo y rezas con la vista hacia la Meca, jurando que nunca, nunca más, pedirás postre en las comidas ni te pondrás ciega de chocolate cada vez que te rompen el corazón.

Y sin más que aportar, procedo a embutirme en mi tanga de leopardo rosa. Tres, dos, uno…Ya no respiro.