Equipaje fin de semana

Cuestión previa: Hay que ser muy refinada, etérea y espiritual para ponerse un look azul eléctrico, unos leggings+taconazo, un abrigo de piel teñido de colores o el vestido lencero de mesonera de Dior más fotografiado de la temporada Otoño-Invierno 2014. Pasa lo mismo con los ponchos, el punto grueso y las botas altas. Si te descuidas, te haces un Terelu. Y todo junto, inaceptable salvo que te apellides Moss o Delevigne.

Enfrento el fin de semana con todos los suplementos de tendencias de moda sobre la mesa y el corazón dos tallas menos. Ansiosa de reencuentros fraternos y decidida a no ver más películas protagonizadas por suicidas (Anoche “Las Horas“, sobre la pobre Virginia Woolf. De los Panero ya hablé el otro día. Y cuando huyo y me tiro a la comedia -“Chef“- me salgo de la sala por infumable).

Gucci

Quienes me prefieren intelectomaldita deben saber que proceso la religión del Vogue dos veces al año. Sin sonrojos. La moda tiene algo de arquitectura y algo de confesionario. Y recoge el aire de los tiempos tras interpretarlo con un lápiz y el aliento del fuego creativo, aunque haya quien prefiera reducirla al petardeo frívolo y saque de la chistera eso de “con lo mal que está el mundo a quién le preocupa qué se lleva”. Pues a mí no me preocupa pero me ocupa, me divierte y me relaja interpretar sus códigos. Admirar el talento y soñar cuando la vida me regala la posibilidad de asistir a un desfile en París y ser todas esas mujeres que flotan suspendidas en caderas de cristal ante mis ojos, a un lado de la alfombra roja, y ser ninguna.

Me encantan tus vestidos pero sé que no eres ellos. A ti te encuentro en las palabras“, me escribió alguien el otro día, después de glosar el Jason Wu que llevé a una fiesta cuando el verano bostezaba y parecía infinito y prometedor. Pensé que no me importaría que me encontraran dentro de algunas de las propuestas que ya he marcado con post-it esta madrugada, toledana o zamorana, mientras esperaba al Sol, y que enumero a continuación:

1.Sastre pantalon de terciopelo verde de Emilio Pucci. Soberbio, contundente. Definitivo.
2. Look napa de Gucci. Frida Giannini lo ha vuelto a hacer. La acusarán de “comercial” y poco arriesgada. Pero la delicadeza de sus tonos pastel y el acierto de sus combinaciones bien valen una misa.

Quiero ese traje pantalón verde

3.Deportivas de tweed de Chanel. Frescas, divertidas y ¿lavables? (Espero Karl que lo hayas tenido en cuenta)
4.Vestido mini de Stella McCartney. La hija del Beatle más mujereta se ha convertido en una diseñadora incuestionable, rotunda. Cada colección tiene destellos inolvidables, como las buenas sinfonías.
5.Medias rejilla. Nunca las tiré y vuelven a lo bestia.  Mis piernas las desean right now.
6.Estola de piel en rosa ajado, empolvado. Ojalá el visón de mi abuela -“la pellica”- sea reciclable. Cruzo dedos.
7.Abrigo corto rojo vivo de Max&Co. El rojo es un cuelgue sin química ni efectos secundarios.
8.Mono gris de Isabel Marant. Me encanta todo lo que hace aunque siempre pienso que no soy el patrón de mujer que ella imagina. Creo que diseña para mujeres sin tono muscular, inasibles y bellas.
9. Plumas corto y ceñido de Moncler. Cada año sueño con uno y me contengo. Luego elijo otro dispendio (este año unos pantalones de cuero negro elástico de Zadig-Voltaire).

Vuelve la rejilla

10. Vestido noche transparente de Valentino. Esa pareja de sucesores de Caravani son dos genios. Salir de sus desfiles a la calle es como pasar del limbo celestial a una casquería llena de callos y entresijos.
11. Cualquier Jason Wu (Hugo Boss), con tal de que no se lo ponga alguna reina flaca en un descuido de alternancia con Varela.

No os canso más, y pido clemencia a quienes sólo me quieren de palabra. Ya volveré a Pessoa y al cine espeso. Hoy mi cuerpo me pide ligereza pasada por la fantasía de la Moda. Benditas sean las musas que nos regalan este espectáculo cada seis meses. La oportunidad de cambiar de piel. El estímulo de ser otra mientras la anterior expía el desgaste del verano.