Mi querida Big-Bang:

Los álbumes de fotos son un peligroso material radioactivo que debería yacer en un cementerio nuclear de Castilla-la Mancha, encerrado en un barril, sellado con titanio y a muchos metros bajo el agua. Sólo así estarían a salvo de amigas capullas, a las que ofreces gin tonic con jengibre y te pagan de la siguiente manera:

-Madre mía, esta foto es tre-men-da. ¡Tienes una cara de llamarte Yolanda que pa qué!
-Ah, síiii? (tímidamente, mientras agarro fuerte el álbum para pasar página rapidito)
-Chhhhssss, no tan rápido (amiga 2, mismo nombre, idéntica capullez, arrebatándome la prueba del delito). ¡Pero dónde vendían vestidos como este! Si se enteran en tu trabajo que has llevado algo así alguna vez, fijo que te despiden.
-Buenoooo, sí, eran otros tiemposss (esa frase que he escuchado mil veces a mi madre para justificar sus cardados imposibles y la lencería marrón clarito).

Dos de la madrugada, salón de mi casa. Bailamos Gloria Gaynor, bebemos cual cosacas y no fumamos porque las tres somos de colegio de monjas y, sobre todo, porque a ninguna se le ha ocurrido traer tabaco. Mayormente porque no somos fumadoras. Pero tampoco deportistas y el tercer baile es una coreografía con pesas de dos kilos que ríete de las de Eva Nasarre. El menú: pulpo a la gallega, mejillones a la gallega, jamón ibérico a la Yolanda: o sea, descuartizado. Vino rico. Bombones.

-Nena, deja ya de limpiar la concha de los mejillones que no son una instalación de las tuyas…
-En tu vida los has visto tan brillantes!
-Ya, jamía, pero al menos yo sólo pienso comerme el bicho.

Una amiga artista puede ser despiadada con tu álbum de fotos, pero siempre tratará con mimo a tus mejillones. En sus manos, una cáscara es la promesa de una exhibición permanente. Y aquí las comisarias somos estrictas y marisabidillas. Y cualquier excusa vale para apartar su atención de las fotos…

-¿Cómo pudiste dejar a este hombre? Se nota que era el amor de tu vida (señalando al susodicho, que me abraza con las siete revueltas segovianas por marco incomparable). Tan grande, tan amoroso, con esa cara de no atormentarse ni un poquito…
-Pues quizás porque en su moto me mareaba y porque cuando íbamos a una exposición de tu obra no sabía qué comentar a la salida. (A estas alturas estoy decididamente a la defensiva, nótese)
-Ya, pero debemos dejar de mirarlos con lupa -ahí va la rubia, la de los amores consolidados, no te jode- No podemos pretender que sean amorosos, atractivos y además cultos.
-Pues muy bien, guapa, la próxima vez te enrollas con un Carlos Baute bien tonto y ya veras lo pirata que te lo pasas cuando le leas uno de tus guiones y él conteste: mandeeee?

Nina Simone es mi solución. La pincho a tope para que mis invitadas se depriman y dejen de dar por saco con las las fotos. Hablamos del doble lío de una de ellas, a punto de recibir dos amantes al unísono, lo que la tiene desazonada y la lleva a zampar bombones compulsivamente.

-Chicas, qué hago? Van a coincidir los dos!!!
-Pues está muy claro, respondo, un menage a trois de los buenos. Tú vete depilando y déjate llevar, chitina.
-Desde luego, dios da pañuelos a quien no tiene mocos…

La noche nos confunde, la luna llena nos da alas. A mi amiga A-2 le perdono por descuartizar mis fotos. Y a A-2 la adoro porque me deja en compañía de Oliver Sacks, su regalo, preguntándome cuántos hombres habrá que confundan a su mujer con un sombrero. Chateo entre bostezos con mi amigo R.M. “Si tú me dices ven, iré a defenderte como Alatriste, chatina”.

Aún quedan caballeros ahí fuera…