“¿Sabés qué? Todos mis novios tenían algo en común: la puntualidad”

Mi amiga lleva un rato buscando inútilmente el patrón hombre de su vida, pero no hay manera. Unos son generosos, otros tacaños. Introvertidos y lo contrario. Hay un MENSA (superdotado) y otro superdotado por diferentes razones al sur del intelecto. Se da el caso de un apegado a su madre y dos huérfanos. Un lanzado y otro que siempre espera las señales para lanzarse. Un deportista vigoréxico y un pícnico con mala uva.  Dos con el colesterol disparado y uno sin transaminasas. Tanta insistencia en buscar señas comunes me deja perpleja y le pregunto por qué.

-Si sé cómo están conectados ellos, sabré quién soy yo.

Me parece un ejercicio peligroso, chitina. El mapa sentimental de cualquiera es como el GPS cuando funciona: cambia y se actualiza y de nada sirve retomar las carreteras que ya no son. Pero ella insiste e insiste. Sospecha que el fogoso la pilló en tiempo de siembra, el tacaño con la crisis del 93 y el zafio con el neoriquismo de la última década. “Soy absolutamente contemporánea”, sentencia ella. Convencida de que podría hacerse una historia de España, y hasta del mundo, a partir de la autopsia de su corazón.

Creo que cada pareja explica la anterior, pero sobre todo prepara el terreno a la siguiente. En algunos casos es sólo un trámite para dar paso a una versión de lo mismo. Por ejemplo Sarkozy, que pasó de Cecilia Ciganer a su clon Carla Bruni. La misma mujer, sin tacones y en “La mayor”.

¿Cómo interpretas que algunas personas repitan el mismo tipo de pareja? quiere saber mi amiga, que da por sentado que mi sabiduría de andar por casa, fruto de la observación de las broncas maritales en IKEA, restaurantes y comuniones, es palabra de dios.

-Pues verás, chitina, quien repite se apuntala a sí mismo. Sarko tuvo una mientras lo admiró y le hizo ganar centímetros de ego. En cuanto ella vio la trampa se piró con otro y entregó gustosa el relevo a la siguiente, que ahora que ha perdido el ticket del Elíseo lo mismo descubre que se casó con un enano soberbio de grandeur con alzas y preciosa nariz.

Mi amiga no se queda convencida, es insaciable. Quiere que le hable de mi teoría del hombre Barbarroja, que colecciona víctimas en un sótano oscuro, del que deja embarazadas a todas sus parejas para jugar a Mendel y a los guisantes; el que se lía con la madre y luego con la hija (el graduado), o el que huye aunque está enamorado por terror a que no se abra el paracaídas (El Top Gun)

Lo dejo, no sin antes convocaros a ampliar el mapa para que mi amiga descanse tranquila. Agradeceré aportaciones masculinas, que a vosotras, chicas, ya os conozco y me temo lo peor.

Mi mapa, por cierto, sigue en construcción. Como las páginas web de los ministerios.