My Fair Lady

En mayo de 1988 un hombre de apenas 20 años le regaló “Pigmalión”, de George Bernard Shaw, con una dedicatoria en la que le pedía formalmente matrimonio: “Quiero casarme contigo aunque te enfades y te pongas estúpida”. Mi amiga se sintió un poco Elisa Doolitle y prefirió no contestar. Veintitantos años después avanza hasta su librería, extrae un libro al azar y al abrirlo se encuentra con la dedicatoria. La letra clara, sin meandros llamativos e inclinada hacia la derecha. Una proposición de amor eterno donde resalta el adjetivo “estúpida”. Mi amiga sonríe.

El hombre o la mujer que se siente bastante fuerte para dos, busca en su pareja cualquier calidad que no sea precisamente la fuerza. Lo contrario también es verdad. Las personas débiles buscan casarse con personas fuertes que no las asusten demasiado, y esto muchas veces las lleva a cometer la falta que definimos metafóricamente como “tomar en la boca más de lo que se puede masticar” (…) Cuando  el trato resulta insufriblemente irrazonable, la unión se hace imposible: acaba con la parte débil, o es abandonada o es soportada como una cruz, lo que es aún peor”. Pigmalión. G.B.Shaw.

(The rain in Spain stays mainly remains in the plain. The rain in Spain stays mainly remains in the plain”.

“Estoy harta de ser la coach de mis novios”, me dice A. Respondo con un gruñido que es un acuerdo radical. Le cuento que esa mujer anda buscando libros dedicados donde la llaman estúpida con amor. Eso sí. Arrebatadas dedicatorias que le devuelven una radiografía de quién fue a través de el hombre que la amaba. Pero hay demasiados libros y la búsqueda termina en urticaria porque las palabras se llenan de polvo acumulado con los años.

Castelado, ese débil machista

-Siempre se te acercan hombres débiles, pasivos. El fuerte te romperá el corazón. (Oráculo colombiano)

Ahora ella coge “El árbol de la Ciencia”. La misma letra clara: “Ten fe y confía en mí”. ¿Por qué escribiría esto? Imagina que entonces, como ahora, era una escéptica de la pareja. Una mujer en fuga. Mejor vender flores en la calle que someterse a una tortura de Higgins. No ha nacido el Pigmalión que le ponga unas bridas. En ese caso él es el fuerte y quiere atarla, pero ella no se deja y Shaw, gran conocedor de la condición humana, explica sus razones con meridiana claridad (quien quiera abundar en el asunto, ahí tiene el libro)

Un inciso: “Las leyes son como las mujeres. Están para ser violadas”. La lectura del titular de ese impresentable de ayer  llamado José Manuel Castelao te revuelve la bilis. Los tipos débiles a veces se descuelgan con frases violentas. Las mujeres huyen.

Última visita al azar. Antología poética, de Neruda. Verano de 1986. “Cuando parece que delante de mí se asienta un muro que me impide moverme y ver con claridad, siempre apareces tú, con tu suave firmeza. Me has enseñado a ser fuerte”.

Ella suspira con alivio. Aquel hombre no era débil en absoluto. Hay salvación para Elisa Doolitle. (El último whatsapp al respecto decía: “Me encanta tu firmeza”. Veintitantos años después)

En el fondo, no había cambiado demasiado.