Leo que la juez ha levantado el veto sobre los correos íntimos de Urdangarin y me estremezco. De los que ya se han filtrado me sobresaltó uno en el que él o ella -la presunta amante- decían algo así como “pienso en ti en mi despacho mientras escucho a Miguel Bosé“. De traca. Si en lugar de Bosé hubiera dicho a Anthony& The Johnsons o Love of Lesbian no sería tan demoledor. Pero él, creo que era él, estaba escuchando “Don Diablo se ha escapado” mientras su mente viajaba por las curvas del cuerpo de una mujer que no era la suya.

Leer correos ajenos de ese calado intelectosentimental me provoca sonrojos. Entiendo que la juez, hasta el momento, nos estaba protegiendo a nosotros y no a ellos, de la vergüenza de comprobar que cuando uno escribe arrebatado suele caer en los lugares comunes más cutres. El sentimiento en llamas sólo se adorna de metáforas de altos vuelos cuando uno es poeta o se acuesta con las palabras en una orgía que no cesa. El resto, la mayoría, tira de manual y se sorprende dicéndole a su amante alguna lindeza sobre sus pechos de cervatilla, en el mejor de los casos y siempre que le suene de algo El Cantar de los Cantares.

-Ella ya me dice cosas cursis, eso es que se va enamorando. ¿Tú que crees?, pregunta él.
-Fijo que se muere por ti. Cuanto más cursis y manidas, más te ama.
-¿Y a ti qué te dicen?
-Vengo a aclarar tus dudas. Eso me dicen.
-¡Jo, sí que es bonito, te lo cambio sin mirar!

Urdangarín y sus correos íntimos

Las dudas, digamos indicios, son la leña recién cortada de los amantes. Necesitan un fuego, unas llamas poderosas y se convierten en evidencias. “Presentamos ante la juez protectora de la intimidad la prueba número uno: un CD de Miguel Bosé llamado Papito donde el cantante que nunca ha cantado demasiado pero domina las nasales y el contoneo le dice a ella que como un lobo va detrás, paso a paso”. Y la juez, que sin duda conoce la letra y la música del artista, acepta dicha prueba y se viene arriba al preguntar si el interfecto no estaría escuchando “Te amaré”, mucho más adecuada y romántica, dónde va a parar.

Eso sí…

Un amante que escribe inspirado puede ser un impostor. Un tipo (una tipa) que no siente el pálpito desbocado de su corazón pero cuyo celebro es una sala de máquinas a mil grados. Un horno crematorio desde donde cocina recetas que calientan al amante hasta el orgasmo sin necesidad de acariciar un centímetro de piel. Hay Cyranos y Cyranas de Bergerac que han hecho de la literatura epistolar un afrodisiaco de tan magnitud que prefieren ahorrarse el revolcón, y mantienen al amante en un estado de éxtasis permanente donde no suena otra música que un tango que el pobre Miguel Bosé escucha maniatado en una celda, castigado de por vida por inspirar a los infieles más mediocres del planeta.

Miguel Bosé

Dicho lo cual, confieso que de adolescente bailé  Don Diablo como una más. Que aunque nunca he tenido amantes, sino amores de curso legal, alguna vez, a los quince, tiré de poeta ajeno y escribí encendidos textos al dictado de mi corazón. Confieso que una parte fisgona de mí leyó en una web los mensajes íntimos de Urdangarin y desde entonces no duerme. En mi pecado tengo mi penitencia. Y me propongo no volver a pecar porque es triste sorprender a un amante en pelotas haciendo el salto del tigre con frases mal construidas y reclamos poéticos de serie B.

…Y aquel que resista la prueba de la lectura pública los mensajes más íntimos, que tire la primera piedra.