1.Cuando alguien quiere devaluar un pensamiento, propio o ajeno, lo llama “ocurrencia”. Una ocurrencia es un mal parto, una antesala de idea que a veces no te lleva a una sala; un cul de sac. Un aborto plano alzado de edificio sin la primera piedra. Una manifestación banal de la impaciencia, la diarrea mental o la pura incompetencia. Un ensayo general hasta que surja, poderosa y bestial, la gran historia. O una historia sin más. (Acumulo ocurrencias con personajes locos que me gritan de noche: danos nombre, salida y domicilio. A veces los ahogo con la tecla delete o vierto agua en el teclado y mueren todos, los justos, los injustos, en un remolino bastante Canogar. Un sumidero de cuerpos en deriva). Y luego pienso, y escribo una línea o dos o tres. Y es suficiente.

2.Ayer mi hija C. describió triunfante lo que era un pizzicato. La dicha del hallazgo de algo que no sabías que existía y se te desvela con un nombre que pellizca la garganta y da cosquillas. Aplaudimos y ahora buscamos pizzicatos por doquier, con cazamariposas. Hay palabras volanderas, exultantes, revenidas, plúmbeas, indigestas, temerosas…Las mejores son las que sugieren sólo en su elocuencia sonora. Alabastro, infamia, porvenir, cortapisa (me da la risa).

 3.”Él me atravesaba con la mirada, yo me sentía morir“. El culebrón de la mexicana Kate del Castillo y el Chapo Guzmán no deja de darnos alegrías. Si nos abstraemos de la sombra narcotráfica del tipo, veremos a un hombre pasado de kilos y bastante hortera cuya mirada torva, por cierto, sugiere que podría ser ése que termina las bodas bailando la conga con el palo de la escoba. ¿No será, querida Kate, que lo que te atravesaba era la excitación del puro miedo, del peligro; el palpitar caliente de la scoop, la posibilidad de redención de un malote, el olor a sexo infame del dinero? Todos los atajos de ese simulacro de amor, que es pura fantasía -adrenalina-y avanza por la selva entre matones con pistola, justos de entendederas, resudados. 

4.Leo, no sé por dónde, “lo mató la trivialidad” y se me antoja una muerte muy justa y necesaria.  Lo fútil, nimio, insustancial nos rodea y alimenta, nos ensucia las tripas pero raras veces vomitamos. Son grasas saturadas que no pesan, pero se van apoderando de arterias y  cintura, y te hinchan la tripa como una digestión sin alka-seltzer de fabada Litoral, ese pegote sabroso que puebla las despensas de la urgencia. (Lo trivial es un ejército de hormigas diminutas que pudre la madera mientras te hace cosquillas. Carcoma del cerebro). 

5. Se me ocurre (ocurrencia) que si formara un grupo de rock lo llamaría “Indolentes y rabiosas“. Seríamos cinco mujeres escépticas, líricas, alteradas, acompañadas de un batería octogenario. Reventaríamos las plazas de los pueblos, cultivaríamos el spleen como ideal y nos pondríamos hasta el culo de huevos fritos con jamón o chorizo después de cada actuación. 

6.Noche de frustración ligera porque ayer mis torrijas se quedaron justitas en el corte del jurado implacable que soy yo. Menos mal que el Don Mendo despistó el desatino, y merendamos ripios de Muñoz Seca con gin-tonic discreto, ese elixir.  Y entendimos que a veces la ocurrencia es la madre de la ciencia:

“Y me anulo y me atribulo
y mi horror no disimulo,
pues aunque el nombre te asombre,
quien obra así tiene un nombre,
y ese nombre es el de …chulo”. (
La Venganza de Don Mendo. Muñoz Seca)