Mi querida Big-Bang:

Y entonces te das cuenta de que últimamente te despides demasiado. Que la imagen del coche que arranca con las maletas de las Chukis te araña un poco bajo la epidermis, en un punto indeterminado que no es pena, es un miedo irracional y levísimo a no verlas más. Absurdo, tú no eres temerosa de nada que no sean los idiotas, los total looks o la tercera entrega de “El Exhorcista”, que encima ni siquiera has visto. Pero un coche que se pierde en el asfalto con parte de tu corazón metido dentro es too much incluso para una loca llena de planes de soltería salvaje y despreocupada.

A ver como lo hacemos. Adiós no es hasta luego, así que cambiemos el lenguaje y digamos “os veo en un rato” o “¿qué os apetece cenar esta noche, chitinas?”. Y entonces puedes ir al mercado y elegir los filetes favoritos de una y los níscalos que en realidad son nísperos de la otra. Y luego helados sorpresa y un gran aperitivo “¿con refresco y todo, mami?”. La rutina se compone de trozos de casi nada hilvanados con un hilo invisible que sólo se percibe cuando se rompe. Entonces caen las cuentas al suelo, corres a ver unas fotos, pides cita para masaje más pedicura y te chutas dos películas en una tarde-noche sin prisa por volver a casa.

Pero de qué estamos hablando. Esto iba de madres sin nostalgia que se olvidan dos semanas de cómo se ponía la lavadora o de dar el jarabe de la tos justo después de la cena. O sea, de hacer cortes de manga a los libros de instrucciones, meterse el deseo en vena y dar alas al capricho universal. Si hoy es sábado, esto es una verbena y Sin Documentos, de mis Rodríguez, un grito de guerra.

Adiós es un ritual de muerte. Qué bueno que viniste es la gloria, el desatino. La casa ordenada, por un día. Los libros esperando, el rimmel de Chanel por estrenar. Y esas ganas de vaciar los cajones para tirarlo casi todo…Nena, esta saudade es fatal para tu cutis. Se acabó. Corro a perpetrar tres o cuatro acciones absurdas y legales, a ver si se me quita el hormigueo del estómago y dejo de ver coches negros que se tragan el mapa demasiado rápido. Demasiadas veces.