Los Sims

-Mamá,  estoy creciendo. Ahora mismo, lo noto.

Cuando a Minichuki le duelen las piernas en lugar de “me duele” exclama “estoy creciendo”. El enunciado, mucho más positivo, lo aprendió hace dos años, cuando le di esa explicación a sus molestias en las rodillas. “El cuerpo se estira por la noche para que no le sorprendas, y por eso molesta, chitina, pero no es grave”.

Cuando mi hija pequeña crece va a mi habitación y coge del armario un bote con crema. Yo me embadurno bien las manos y le hago un masaje. A ella le deja de doler. Noto al tacto que un día, o puede que varios, cogió la cuchilla y se afeitó los pelitos de las piernas, avergonzada por su abundancia morena.  Prometí que de mayor me ocuparía de que desaparezcan para siempre. “Ya, y hasta entonces, ¿qué hacemos?”

Minichuki debutó el sábado con su equipo de fútbol y sus piernecillas peludas.Todo niños y ella. Antes me había pedido, suplicado, que le comprara tops porque le avergonzaba quitarse la camiseta y que le vieran “los pechos”. Minichuki no tiene más pecho que sus compañeros de equipo, pero el pudor es como el dolor en las rodillas. Irrumpe cuando creces y necesita masajes para relajar su tiranía.

(-Mamá, corre, que estoy creciendo. (Me está doliendo)

A veces nos duele y decimos otra cosa. Hacerse el fuerte otorga fortaleza, es la única variedad del fingimiento que me parece tan legítima como útil. La queja como herramienta de uso cotidiano es aburrida y tóxica. Estoy creciendo significa “me está doliendo”.

Y lo que vale para el dolor, vale para el miedo. Compruebo que a menudo aquello de lo que hablamos menos es lo que de verdad nos aterroriza. Un cita correosa, el vuelo en un avión diminuto de hélices, una conversación pendiente donde saldrán trolls y bichos feos vestidos de palabras. Lo que no se dice, no es. Reside en un inframundo con música de órgano y sombras alargadas.

(Las madres y los padres se inventaron para dar masajes con crema en las rodillas). Tras la cena y poco antes de irse a dormir, una niña de once años vestida con camiseta de fútbol se sienta en un rincón del sofá, las manos extendidas, el I-pad con un juego de los Sims.

-¿Mami, quieres ser moderna, romántica, deportista, fashion, rockera…?
-A ver, estira un poco más la pierna. ¿Era aquí donde crecías?
-¿Prefieres los ojos verdes o azules? No sé muy bien de qué color son los tuyos, depende del día y de la luz.
-Moderna o deportista, depende del día…

A veces uno está creciendo y se acostumbra a dormir sin masajes en las rodillas. Hasta que un día alguien le pide que estire las piernas y le coge por los pies y empieza a trepar hacia el cráter del dolor. Las manos bordeando los gemelos, la presión exacta. Y entonces esa niña se agarra a su I-Pad y juega despreocupadamente.

-Ponme ese estilismo de punk con las medias de rejilla y botas de pincho.
-¡Venga ya, mami, no seas tan macarra!

Y de repente notas que sus piernas y las tuyas  han crecido y el dolor ya no es. Y toca irse a la cama.