Mi querida Big-Bang:

Mi horóscopo dice que me cuide de los traidores, así que ando parapetada en la cocina y, de cuando en cuando, oteo desde la ventana por si vienen sin darme tiempo a coger el cuchillo. Claro que, en mi estado, lo mismo cojo un trinchador de pollo sin punta o el paquete de espaguettis como armas de disuasión masiva.

¿Que defina mi estado? Postraumático, resacoso, subliminal. Ahora es cuando pones esa cara de: “mira que se lo dije, que el alcohol le produce delirios”, pero por algo elegí la consulta epistolar, para no soportar tu falsa cara de póker. ¿Que si estoy muy crecidita? Afirmativo. Anoche participé en un ritual de expulsión de malos humores que ya lo querría para sí la hechicera Lola, la de las velas negras. Había luna llena, y eclipse (o eso dijeron, porque no vi ni a la una ni a lo otro), y quemamos bajo un árbol sendos papeles con deseos y antideseos. No recuerdo muy bien lo que pasó, pero sí que todas las pavesas quemadas de los antideseos terminaron en mi cara, tras un revoloteo vacilón. Ahora sólo me queda esperar con mi cuchillo a que se cumplan.

Entretanto, y dado que no está en mi mano impedir que se cumplan los mandatos del destino, hoy me quedo en casa, brother, saboreando la noticia de las cuatro mujeres que, tras simular una orgía, se vengaron de su amante pegándole el pene al tronco con pegamento. Eso es una vendetta y lo de los sicilianos son tonterías. Bien pensado, ya tengo un plan para cuando vayan llegando los traidores que me auspicia mi horóscopo. A mi derecha, un tubo de Loctite, pegamento infalible, tamaño XXL. A mi izquierda, el manual de la orgía fetén. No hay nada como arrancar el día sin sobresaltos, con un plan perfectamente diseñado por los astros.