Mi querida Big-Bang:

Llega a Segovia y vomita justo al pie del Acueducto. Piensa que lo que acabas de hacer es como bailar sobre la tumba de un muerto durante el sepelio, con la viuda en el cogote. Comprueba que no hay cámaras de TV grabando el momentazo. Límpiate y camina como si tal cosa, tiritando y con la boina bien calada.

Observa a los locales con sus tristes abrigos de paño y botas de plástico de los chinos, ajenos al termómetro. Cágate en sus muertos. Busca una farmacia. Resbala por la cuesta. Pide un Primperán y finge que no ves cómo el farmaceútico te mira cual si hubieras pedido un pico de heroína. Abre el jarabe en sus narices, échate un trago. Eructa si es preciso. Sal a la nieve.

Haz una mueca cuando el taxista te diga: “qué nevada más maja”. Adviértele de que igual repotas sin preaviso. “Como el Etna, o algo, es una de mis especialidades”. Agarra la bolsa que te tiende y concéntrate en una letra de canción tonta y machacona. La Loba de Shakira, un suponer. Entra al hotel, arrástrate al cuarto, date cuenta de que no era ése, piérdete por el pasillo mientras tu estomago tiembla amenazando erupción.

Activa el GPS. Abre la puerta a trompicones. Estrena cama con dosel, encógete en posición fetal, lamenta tu destino. Llama al room service. Pide algo caliente e insípido. Sube el termostato de la calefacción a la temperatura del mismo infierno. Quédate quieta.

Date cuenta de que ese cuadro te mira desde la pared con gesto reprobatorio. Rueda al otro lado de la king-size y comprueba que te sigue mirando, incluso peor. Levántate con esfuerzo y arráncalo. Coge a Lorry Moore y échate unas páginas. Maréate. Quédate dormida.

Despierta. Bájate el Spa. Métete en el jacuzzi con ese Moby Dick con bañador marca pack. Comprueba que Arquímedes se equivocaba. Piensa que a ese mórbido de 250 kilos le van a estallar las venas de las sienes por efecto de la presión del gorro de baño. Pega un respingo cuando sientas su pie en el tuyo. Mira a su mujer, para que haga algo. Salte pitando. Tiembla.

Llama a Renfe. Cambia tu billete. Llama a tu madre. Llama a tus hijas. Siéntete morir. Piensa en lo que pudo ser y no fue. Retoma a Lorry. Ríete de su prosa. Ríete de tu suerte. Sube al tren. Respira hondo.