Manchester frente al mar

1.Los personajes masculinos y la relación que mantienen entre ellos. No son héroes, no lo pretenden. Enseñan sus heridas abiertas, dejan que supuren delante de nuestras narices. Se muestran contenidos (incluso Lee, el protagonista que encarna Cassey Affleck, cuando la lía a puñetazo limpio) y dosifican la ternura en gestos cortos pero de alcance nuclear.

2.Las fachadas de las casas de los pueblos de Nueva Inglaterra donde se rodó la película. Ya quiero esos grises verdosos matizados por la nieve lenta, esos turquesas pasados por moho, esos tejados melancólicos y esas escaleras que llevan al centro de la Tierra que es una familia rota por un golpe de azar (o varios).

3.Michelle Williams en su diálogo desesperado con Affleck a pie de calle, el estallido de lo incurable, de las palabras contenidas a lo largo del tiempo que un cochecito de bebé logra catapultar y ya no queda otra que la huida.

Cassey, yo te daría dos!

4.Un final que no es feliz ni es infeliz. Es el que toca, el que a menudo acontece en la vida. La tercera vía que no te hace llorar ni tampoco te alivia, sólo te reafirma en que lo que ves es lo que es.

5.La loca vida de los basements americanos. Temo que si no consigo un sótano de aquí a que me muera mi existencia no será nunca demasiado interesante.

6.La moraleja sin moralina. A veces te rompes y simplemente sucede. Y hay un tiempo necesario para que eso salga del horno donde se cuece, y pueden ser años.

7.La música de El Mesías de Haendel en su banda sonora. Estuve años colgada de ella y no se me ha olvidado.

8.Que el hombre más roto del universo (Lee Chandler, o sea, Affleck) sea un handy man. Un reparador de cisternas, calderas oxidadas, muebles sin patas… Su voz arenosa, gutural, sexy.

9.La reflexión sobre la paternidad. Cómo un hombre que ha perdido a sus hijos en un dramático episodio (que no desvelaré, por no  ser acusada de practicar spoiler) puede seguir siendo padre a su pesar, y actuar como tal incluso cuando más se empeña en lo contrario. Me gusta que el amor incondicional que siempre ha etiquetado a la madre trascienda al hombre y sea tan cierto.

10.La ausencia de melodrama. Esta misma historia en otras manos estaría llena de trampas para la lágrima fácil y la histeria colectiva.

P.D. Podría seguir porque me han gustado muchos más detalles de una película que está a punto de desaparecer de la cartelera (al menos de los Cines Verdi). Yo que vosotros, correría.