1.La pareja sigue siendo un ideal social. Si eres dos, nadie te cuestiona. Ahorras en las reservas de hotel -deme una habitación doble- y, sobre todo y más importante, tienes a alguien que te extiende la crema en las zonas de tu cuerpo a las que tú no llegas.

2.Dos se emparejan para compartir/compensar sus taras. Cojo con coja, miope con miope, desalmado con desalmada…y así. El objetivo es amalgamarse para no sentir los bordes de la miseria propia. Romántico, ¿verdad? (Luego están esos casos de buscar a alguien inferior a uno en algún o varios aspectos para sentirse más y mejor).

3.Estar en pareja es renunciar a una parte de uno mismo. A veces un octavo, a veces tres cuartos. Y también fingir que eres otra persona para agradar a tu conquista. Se llama seducción. Nadie puede mantener el rol del seductor eternamente, y un día caen las caretas y ese día suele ser un drama.

4.Uno no puede estar en pareja sin haber aprendido a estar solo. Acero y hueso. La selva. Prohibido besarse y abrazarse, propone el director griego (y a las parejas, prohibido masturbarse en soledad). El egoísmo en todas sus manifestaciones se castiga duramente. En este caso, a meter la mano en una tostadora -recordemos los castigos de los curas por el pecado nefando, no hace tanto-.

5.El amor es ciego. De acuerdo, esto ya lo decía el dicho popular, pero Yorgos Lanthimos lo demuestra con creces y lo lleva a la goreficción. Para amar hay que asumir que no vemos algunas de las taras del otro, y esperar el mismo trato en un alarde compensatorio.

6.A veces hay que mentir a la pareja. Pero existen grados de mentira. No es lo mismo fingir que eres tan cínica como él que decirle lo guapo que está con ese corte de pelo aunque no haya ido a la peluquería. (Conmovedora la secuencia de la pelota de tenis que es un kiwi).

Magnífica Rachel Weisz

7.Un solo, una sola, se asilvestra. Aprende a revolcarse por la hierba y buscar el hueco de un árbol como cama. Aprende a cazar conejos en lujar de cazar novios/as. Aprende a cavarse su propia tumba y a echarse paletadas de hierba sobre los ojos. Lo que es lamerse las heridas, de toda la vida. 

8.El solo siempre debe dar explicaciones (cómo coincido con vos, señor
Yorgos Lanthimos, y cuánto he escrito al respecto). Un solo es de entrada sospechoso. Y para evitar miradas incómodas a veces va en pareja de mentira y se cogen de la mano y dicen bobadas sobre cómo se conocieron y blabla. 

9.La pareja (a veces)  fantasea con ser solos, el solo (a veces) sueña con ser pareja. Cada uno idealiza el estado del otro: el abrazo en la cama, esa ternura antes de caer en el sueño. El sexo y la aventura, cruzarse en una cama y abrazarse a la almohada. El solo querría tener el abrazo y el hombro, el cómplice a quien contarle “ya he llegado”; La pareja, cada miembro, un billete de avión sin compañía.

10. Nadie sale indemne de una película tan brillante y afilada como “Langosta. Los que vimos “Canino“, del mismo director, íbamos avisados, protegidos con chaleco antibalas. En mi caso dos solos, y al encenderse las luces me abrazaba a mi abrigo como se abraza a un oso de peluche. Y los dos solos surcamos la Plaza de España a la salida, y de repente una pareja de novios, como fantasmas en la noche templada. Ella palabra de honor, él de uniforme de la Guardia Real (me lo dijo J, yo veía el clásico disfraz de almirante de primera comunión). Y fue como un relámpago. Nadie celebra al solo. Vivan los novios.

PD. Gracias por el regalo, aquí queda compartido y dedicado a los solos y las solas.