La vida es como tú la mires, se supone. Así que hoy, que puedo ver contra todo pronóstico agorero, la miro en cómodos y eufóricos plazos:

1.Ha ganado Obama y eso me gusta. No soy una gran analista política pero veo en ese hombre una visión y una verdad que no detecto en ninguno de nuestros políticos, mediocres militantes, ambiciosos sin vocación y a la deriva.

2.Ha ganado la causa gay, que es la de todos, y eso me gusta. El Tribunal Constitucional asume que el matrimonio (o matrimuermo) es un bien o una soga de todos. Faltaría más. Ya sabéis lo que me gustan las bodas y me quedan tan pocas parejas queridas hetero por casar que confío en una nueva oleada de bodas gays a mi alrededor para plantarme un vestido a lo Peggy Sue, celeste y con escote palabra de honor, y llorar hasta que se me corra el rimmel. (No descarto casarme con el hombre de mi vida, que anda por ahí recolectando firmas para un asalto con música de Bach. Estoy segura)

3.Mi adolescente ha crecido un palmo hacia la vida adulta. Ayer me acompañó a un trámite bien doloroso y pasó hora y media en una sala de espera, paciente con su libro de filosofía, y cuando yo salí dando botes me abrazó de refilón, como ella hace, y me mandó un whatsapp que decía: “Congratulations, petarda”. Entenderéis que la adore. Entenderéis que las nuevas tecnologías han abierto nuevos cauces a la emoción.

4.Mi casa, poco a poco, va recuperándose del vendaval. La señal inequívoca fue un olor delicioso a albóndigas en salsa y Minichuki sin ojeras ni mocos por haber llorado al no tener a su Lucy cerca. Empieza a entender que en la vida hay tsunamis y que algunas personas han llegado para enseñarnos y luego deben seguir su camino.

5.Arranco un libro inesperado y me gusta lo que leo: “Llevo desayunando con ella 37 años y seguimos manteniendo nuestra tertulia matinal (…) Quizás el insólito entusiasmo por encontrarnos de nuevo en el desayuno como si fuera la primera vez viene inducido por la noche en común, entre la oscuridad y el silencio de una casa rural” (Diarios de un francotirador. Mis desayunos con ella. Albert Boadella. Espasa). Conclusión: La felicidad en pareja es desayunar felices tres o cuatro décadas después.

PD. Me repito con la canción, pero es la que me pide el cuerpo. So sorry.