Un día D. se escribió una carta a sí misma porque le hacía ilusión recibir una misiva en el buzón. Mi sobrina es pequeña pero de una agudeza excepcional, y pensó con buen criterio que uno puede pasarse días, meses y años sin tener la oportunidad de abrir un sobre con su nombre. Eso tan romántico que solía pasar en la prehistoria y que ahora sólo te manda tu banco, normalmente con más números que letras. Y los números no hablan de confidencias, de amor, proyectos, inquietudes ni  aventuras. Sólo de compromisos, plazos, pagos, estractos y reembolsos.

Creo que me hubiera gustado mantener una correspondencia larga y sostenida por carta. Una de esas que dan pie a novelas decimonónicas -también del siglo XX- donde desde que echas tu misiva al buzón hasta que recibes respuesta te da tiempo a fantasear y a urdir posibilidades. El equivalente al tejer de Penélope, pero sin angustia. Todo esto viene a que ayer encontré unas cartas, casi notas, que alguien me escribió hace algún tiempo y no tiré porque sin duda siento un respeto reverencial por el papel y la tinta. Se me ocurrió entonces -en esta madrugada con una hora extra-  organizar un club de correspondientes. Un sistema de cruce de cartas entre amigos o conocidos -tal vez desconocidos- que sientan nostalgia del buzón y piensen que el email es el fast food de la comunicación. Algo muy práctico para quitarte el hambre de inmediato pero que no deja huella.

Y
si ahora escribe, ─ y se lo deseo de todo corazón, ─ no escriba para
persona
alguna, y tampoco para Herética, ni para ningún movimiento o combate
cultural. Sino escriba porque le debe una respuesta a los dioses – See
more at:
http://www.librosyliteratura.es/cartas-desde-dinamarca-de-karen-blixen-2.html#more-5102

Una carta es la alta costura frente al pret a porter. Las puntadas firmes, regulares frente a la tirantez lineal y descuidada de la máquina. Imagino para el club un papel de excelente calidad, absorbente y con microscópicas fibras sedosas. Color crema, blanco roto. Y un lacre para cerrarlo rojo inglés, ese que aspira a granate pero se queda una estación antes, como uno hace cuando no tiene prisa por llegar y se demora con deleite en el camino.

Mi carta contaría, por ejemplo, que últimamente todo se me rompe. Como si una fuerza hostil se hubiera confabulado para estorbar mi rutina. Lo último ha sido el lavavajillas, y llamar a un técnico, eso tan fácil, se me ha hecho bola una semana llena de fiestas y de viajes. Contaría que las casas se quejan y sangran por sus grietas invisibles. Que anoche sentí el crujido de las tres de la mañana volviendo a ser las dos y que hay una bombilla siempre por cambiar. Que cuando entro de noche en la cocina miro al suelo porque mi fobia a las cucarachas me empuja a ese gesto irracional. Que he puesto trampas por doquier, como absurda persecutora de fantasmas. Que hoy veré una exposición con ojos de segunda vez y quedaremos dos familias para un brunch de domingo y jubiloso reencuentro aplazado. Que los jilgueros han picado el tubo de goma del aire acondicionado y que mi vecino Perkins, ese que mantiene el cadáver de su madre viuda y rica en la nevera, me mira con estupor cuando me sorprende, muchas mañanas,  pintándome los labios a la luz mortecina del ascensor. Que si una clase no me llena me la salto sin culpa, como ayer. Que leo cuatro libros a la vez, que me cuesta deshacer las maletas cuando vuelvo de viaje. Que el horario de invierno me da frío.

Que hace tiempo que me compro yo las flores, como hace mi sobrina con las cartas.  Que voy a echarme a correr en breve, aunque piquen las piernas y las ganas. Que uno escribe -cartas, cuentos, líneas desmayadas de palabras-  porque siente esas chinas molestas  en los pies, y no lo entiende, y le incomodan. Y contarselo a alguien es un alivio fugaz y necesario.

P.D. Querido correspondiente: Hoy tengo un propósito añadido. Hacerme con las “Cartas desde Dinamarca” de Karen Blixen (Nórdica).  Tuya siempre.

Y
si ahora escribe, ─ y se lo deseo de todo corazón, ─ no escriba para
persona
alguna, y tampoco para Herética, ni para ningún movimiento o combate
cultural. Sino escriba porque le debe una respuesta a los dioses – See
more at:
http://www.librosyliteratura.es/cartas-desde-dinamarca-de-karen-blixen-2.html#sthash.69E14udr.dpuf

“Lamento mucho no poder ir a la exposición de Munch, tengo unas ganas
tremendas de ver pintura. Pero no puedo decir que esté precisamente
ansiosa de ver el arte de Munch, ni de cualquier otro artista nórdico o
noruego. En estos tiempos me apetece muchísimo irme al Sur, —¿aunque
quizá sea esto un rasgo peculiar de los nórdicos, el mismo que en su
época empujó a vikingos y varegos al Mediterráneo y Miklagard? Estoy
dispuesta a reconocer que Munch, Ibsen y Strindberg son genios, pero
ofrecen sus obras de arte como a desgana, con animadversión hacia el
público, mientras que Rafael, por ejemplo, o Botticelli, Renoir o
Schubert derraman sus tesoros con la mayor generosidad, con amor a todo
lo vivo. Recuerdo que Zahrtmann dijo una vez que todo arte realmente
grande solo puede ser un grado superior del amor, y eso encaja con el
arte de Italia y Francia, y en el fondo también con muchos grandes
artistas ingleses; pero, por Dios, creo que no encaja ni con Munch ni
con Ibsen. Este es más como un buen tortazo en la cara, ¡aunque hay que
admitir que es un tortazo genial!




(¡A propósito de artistas y compositores, me temo que Beethoven se
agitará en su tumba al saber que han comparado su quinta sinfonía y
Caminos de la venganza! Pero, ¿qué le voy a hacer?)




Bueno, pues nada más y muchísimos recuerdos a todos ustedes. Esta carta
es bastante poca cosa, en realidad, ¡pero desde Año Nuevo casi ni se me
puede considerar persona, me siento mareada, débil y poco digna de
seguir con vida!




Tu Tanne

Y
si ahora escribe, ─ y se lo deseo de todo corazón, ─ no escriba para
persona
alguna, y tampoco para Herética, ni para ningún movimiento o combate
cultural. Sino escriba porque le debe una respuesta a los dioses – See
more at:
http://www.librosyliteratura.es/cartas-desde-dinamarca-de-karen-blixen-2.html#more-5102