En casa siempre se consideró de mala educación hablar de dinero. Así que en estos tiempos de crisis mi familia y yo nos hemos quedado mudos.

-Mamá, ¿nosotras somos ricas o pobres?
-Hum…¿por qué lo dices, chitina?
-Porque te compras muchos zapatos pero no tenemos tele en la habitación.

Mi adolescente pregunta sobre el asunto desde que era muy pequeña. Tenía verdadera curiosidad por conocer el estado de nuestras finanzas, y mientras que nunca le escamoteé respuestas a sus cuestiones más sórdidas, el tema del dinero me dejaba fuera de juego. Hoy, a sus quince años, tiene la mosca en la oreja y se decanta más por pensar que soy una madre tacaña porque le digo no a la mayoría de sus caprichos. En lo que no ha madurado gran cosa es en la detección de los indicios de riqueza.

Y a las pruebas me remito tras recibir su mail desde Inglaterra, donde estudia -a precio de oro, por cierto- integrada en una familia con cuatro hijos, perro, gato y conejo:

-Mamá, tengo una habitación para mí sola con cuatro camas y puedo elegir la que quiera. Además de tele, equipo de música y un baño para mí sola. ¡Lo mola todoooo!

Para mi hija, ser rico consiste en tener muchas teles por la casa, y en poder cambiar de cama a menudo Minichuki, por su parte, tiene claro que piensa ser rica, y ha empezado su proyecto afanando cada euro que se me despista por la casa. Igual que de pequeña mangaba los caballos de naipes, tableros de ajedrez o figuritas équinas en general, y sostenía que estaba a punto de convertirse en un caballo mostrándome la pelusilla morena de su nuca, ahora se ha centrado en la verdadera fuente de la riqueza. El poderoso caballero. Y te lo hace saber a menudo.

-Mi hucha se va llenando, como verás
-¿Ah, sí? ¿Y puede saberse quién te ha dado ese dinero?, pregunto.
-Uff, no sé..la abuela, el tío, el ratón Pérez…

Minichuki ya se ha repartido la herencia con su hermana. Ella se quedará con mi piso, que es más grande. Y lo llenará de teles y disfraces. Pero el grueso de su fortuna, sin duda, lo invertirá en hoteles con buffet libre. El epítome del lujo. Y a las pruebas, también, me remito:

-Ya tengo las vacaciones reservadas, chitina (le digo por teléfono)
-¿Y los hoteles tienen buffet libre?
-No.
-¡Pues vaya caca!

Moraleja: es de mala educación educar en que el dinero apesta. Obviar el tema es como convertir el sexo en tabú. Un dislate. Así que quizás deba convocar a las chukinas a una charla bajo nuestro árbol de Asturias sobre prima de riesgo, rescate financiero y subida del IVA. Deben estar preparadas para los tiempos que corren.

Y en lo de cambiar de cama, por cierto, estoy absolutamente de acuerdo com mi adolescente. Es más un lujo que un síntoma de promiscuidad. ¡¡¡Lo mola todo, que diría ella!!