Mi querida Big-Bang:

Por alguna razón que se me escapa, las mujeres nos fiamos a ciegas de las mujeres en dos asuntos cruciales; el peluquero y el ginecólogo. ¿A cuál vas tú? es una pregunta que nos pone tan cachondas como las tertulias radiofónicas a los taxistas. Mi amiga P. me escribe pidiendo una recomendación urgente, sin saber que habla con la reina de la desidia. La que pasa las ITV cuando el coche se ha estrellado. Así que el día que por fin voy, además de someterme a esa bonita postura del potro, me someto a una bronca del carajo: ¿De verdad lleva dos años sin venir? ¿No ha oído hablar del cáncer de útero?¿Se palpa el pecho con regularidad? ¡Abra más esas piernas!.

Sí, los ginecólogos/as son impertinentes y preguntones. Creen que pueden practicar la indiscrección porque Hipócrates se lo ordena desde el más allá, y manejan el espéculo con idéntica destreza que el tercer grado:

-¿Lleva usted una vida sexual regular?
-Pssss, podría decirse así. Regularcilla…
-¿Practica relaciones de riesgo?
-Pues no. Hay contorsiones que me niego a practicar, porque me contracturan, verá…Y lo de hacerlo en el coche, pues ya sólo en los de más de tres metros, mejor limusinas… como mínimo sedán de alta gama.

Debo precisar que a mí el nerviosismo me desata la vis graciosilla. Diríase que me crezco en las dificultades, y cuando llega el bonito momento de la citología pego un respingo y suelto una parida, como un acto reflejo de defensa del territorio. “¿Quiere hacer el favor de abrir más las piernas?”.

¿No sabe el tipo éste que las de colegio de monjas crecimos con la convicción de que las piernas debían llevarse muy juntas, rodilla con rodilla, y lo creímos con la misma fe con la que pensábamos que en las discotecas los chicos echaban “calientaburras” en las cocacolas?. Algo que nadie había visto nunca pero que todas transmitíamos con vehemencia.

Si tu infancia se cimenta sobre leyendas urbanas que te obligan a ser recatada, es duro que llegue el ginecólogo y resuelva el trauma con una orden. Más si la orden puede formar parte del guión de una peli clasificada X.

Añadiré que ayer fui a mi cita bimensual con el láser. Que al llegar, la operaria cheli me tendió un tanguilla enano, tiró enérgicamente de la palanca de la camilla y, agarrándome las rodillas, me las abrió como si yo fuera Nadia Comaneci y esto las olimpiadas del porno. No dije ni mu. Ella se manejaba por los mismo barrios que mi ginecólogo, pero con una pistolilla por herramienta. Y que tras achicharrarme con precisión, me soltó un “Hala, ya tienes los bajos listos para el revolcón”, y se quedó tan ancha.

PD. Amiga P., cuando quieras te paso la dirección de mi depiladora. Es un crack!!