Siento nostalgia de la pareja que no hay, y eso me hace sentir exhausta. No la voy a buscar porque estoy cansada de errar y aterrorizada de lo nuevo por conocer. Así que tendré que encontrarle un sustituto a ese sentimiento que no sea más trabajo“.

Recibí anoche el mail y me pareció tan universal que podía llevar no menos de seis nombres de amigas o conocidas en la firma. Pasados los cuarenta se aplica más que nunca un sistema de permutas que es pura sabiduría, o simple supervivencia: amor por trabajo, caricias por libros, sexo por comidas suculentas…y así. No sólo es un asunto de mujeres, desde luego.

Yo misma podría contraargumentar furibunda esto que acabo de decir, pero no pienso hacerlo. Lo dejo en vuestras manos. La compensación es un mecanismo necesario para la especie humana como las motas para las jirafas o el apestoso hedor de las mofetas. Uno debe elegir sus frentes de batalla, pero no pueden ser demasiados o las tropas caerán como moscas a la tercera emboscada. A veces salimos a la guerra y lo queremos todo: el éxito y el duelo. Las cornetas y una mano que acaricie nuestra frente y nos dé de beber.

Me rodeo de mujeres cansadas. Muchas de ellas inteligentes, exitosas y con vidas llenas. No son princesas que busquen el beso salvífico de un príncipe. Eso ya pasó, si lo pasaron. Son mujeres que un día se levantaron y sintieron que iba a quedarse así. La bandeja para uno, el cajón atestado de papeles y bolígrafos y unos hijos cada vez más independientes. Las flores, en el jarrón y el plato solitario en la pila de la cocina. Un grupo solvente de amigos y planes, muchos planes. La felicidad sobre el papel, escrita en caligrafía desbocada.

-Me siento perdido ahora. Si quieres podemos hablar de cuando en cuando por teléfono. Prometo no darte la brasa ni utilizarte como consejera o confidente. Eres sabia.
-No sé, yo sólo miro e interpreto, pero no he encontrado la vacuna contra mí misma.

Me rodeo de hombres perdidos, también. Algunos se levantan solos, como ellas, y hacen cosas, una tras otra, para completar el día y tachar las casillas del cupón. Muchos querrían hacer exactamente lo mismo pero compartido. Y se enzarzan en relaciones sólo para contarlo, como si el amor fuera una emisora de radio y un micrófono en on. Hay vanidad de fondo, desde luego, pero quien no haya pecado que tire la primera piedra. A veces una novia, un novio,  es un medio para ser más yo, un mejor yo en el relato de cada día. Otras un espectro que se desdibuja y un día es un extraño con el que no ir solo. Mi amiga C. siempre está a dos minutos de romper pero no rompe. No quiere ver su sombra única proyectada en una acera. Aunque vaya más rápido -la sombra- y no tenga en parar en esquinas ni entrar a comprar cigarrillos en un bar. “Además, prefiero no pensar. No tengo cuerpo ahora para pensar”, murmura y las amigas le damos un beso y la razón.

Termino con otro mail. “No sé qué hago solo en esa casa que no es la mía. Rodeado de muebles que no escogí yo y fregando los platos de alguien que no tengo el gusto de conocer. Lo mejor, ¿sabes?, es cuando apago la luz por la noche y deja de herirme tanta extrañeza. Y sueña el teléfono y es para mí, no para el tipo que vive en la casa extraña y lleva mi nombre”.