Buscar las zapatillas a los pies de la cama, tiritando. Emprenderme descalza, ese frío polar tan madrugada. El único café del día tras esa larga dieta de placeres lo preparo despacio, morosa en el ritual de elegir la mejor taza, con su plato muy hondo que encaja como un lego y mereció ser parido en la Bauhaus, estoy segura. (Y lo apuro sin prisas, ahora que ya no irá otro detrás, precipitado y loco como lo había ayer).

Ya siento la agonía 2015, y me da cierta lástima puramente formal. Prefiero los impares a los pares. Sólo eso. El trabajo más sesudo a partir de mañana será envolver regalos, sus cintas de colores, la música de fondo. Arreglar desperfectos, cancelar viejas citas. Acudir a María,  mi cabeza en sus manos: “hágase rubia en mí según tu palabra”. Recibir un masaje de las manos expertas de esa fisio  que finge que me quiere y explora con descaro irreverente mi geografía del dolor;  colgar unas cortinas, si es que llego. Anotar tres o cuatro ideas para que se me olviden y no ocupen. Tirar viejos recortes de periódicos, dormir algo a deshoras, si procede y el sueño me sorprende en el pasillo. Jubilar más zapatos, calcular un menú de batalla para larga familia perdida en una casa de la Sierra más Pobre de Madrid. Colocar, si pudiera, una balda de libros por orden de entusiasmo. Ventilar los armarios. Juntar algunas prisas.

Cuaderno de bitácora: esta noche escribí algunos versos sin letra al calor somnoliento de un caldo de gallina, ese milagro que encandila el estómago de las damas sin hambre. Antes un Macbeth correoso y pasado de rojos nos alejó de Shakespeare a patadas. Benditos sean el cuello y el perfil de Michael Fassbinder, carne de guillotina. Después unos vampiros en la tele más próximos al dandy hueco de salón que a mi elegante y sombrío príncipe de la noche. Un año que se acaba sin haber aprendido grandes cosas, pero muchas pequeñas que no dan para teorías de alcance. Brillos de andar por casa.
Por ejemplo:

1.Cualquiera puede ser político hoy en día. Es más fácil que ser administrador de fincas o bombero. Te dota de entidad cuando no sabes quién eres pero sí que necesitas un cargo con tarjeta y postureo. Ensayas al espejo un discurso vacío con muchas sílabas tónicas, enfatizas los silencios (redoble de tambores), repites titulares más huecos que el vientre de una anciana centenaria. Te corres tan a gusto, saludas y haces mutis.
2.La novela sigue estando muy sobrevalorada. Sólo algunas historias merecen ser contadas, el resto debería quedarse en el cajón, descomponiéndose en silencio y sin testigos hasta que al autor o autora se le pasen las ganas.
3.Habría que inventar plantas que se autoabastecieran. Igual que solas buscan el sol, estirando el cuello. No consigo acordarme de darles de beber, son como atrezzo de parque jurásico sin fieras. Es un milagro que (sobre)vivan en mi casa.
4.No sé mucho de nada, a estas alturas. Tal vez debiera hacerme especialista en algo prescindible y poco alimenticio, tan volátil que olvide que un día lo aprendí y me siga asombrando.
5.Amigos Guadiana, son legión (invisible) pero son. Respetemos sus fugas y sus vueltas. A. me jura por wasap que reaparecerá en 2016, como una diva histérica que sabe de desplantes y del impacto de un aria súbita, inesperada de esas que detienen el aire, rasgan velos y te cortan la respiración. Aquí os espero.
6.Mi mapa 2016 arrancará en Ginebra, brevemente. Y después Barcelona, con las chukis. Quisiera que este fuera por fin el año Positano, y discurrir ligera por sus cuestas, y un largo atardecer con libro y un Martini helado en la terraza de un hotelito que tengo ya pensado.  ¿Primavera?
7.Debo hacer más deporte, que el cuerpo se vuelve remolón si lo abandonas. Esfuerzo y hedonismo armonizados. O mejor no debo, pero querría, que es más relajado y no incluye el kit del látigo y el manual tenebroso del castigo.

2016, aquí te espero. Descalza y entregada. Curadas las cicatrices que dejó 2015, algo más aprendida. Mi puerta sigue abierta, entra hasta el fondo.