Ella llegó un día, hace cuatro años. Le di las llaves, le mostré todos los cajones, le entregué a las chukis para que las custodiara en mi ausencia y un billete de veinte euros para pequeñas compras inesperadas. Recuerdo haberla entrevistado en el sofá, ella sentada en el borde, levemente encogida y con su mirada clavada en mí. Yo sin sacar maneras profesionales de la…