Y entonces, sin habérmelo propuesto,  vuelvo a Oliver Sacks. Y sólo tengo un libro suyo en mi pomposo Taj Mahal: “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”. Y no recuerdo habérmelo comprado -ni al sombrero, ni al hombre ni, desde luego, el libro (Anagrama), pero sí la confusión en incontables plazos-  Pero alguien que soñaba con ser berilio, cesio o francio cada…