Gret Stern

1.Ejemplos de intimidad sin roce. La relación de amistad entre Helene Hanff y su librero, deliciosamente glosada en “84, Charing Cross Road” (Anagrama) es un ejemplo. El librito lo leí hace algunos años y vuelve a mi vida por accidente dado que lo confundí con otro que buscaba en mi librería Taj Mahal. Sin un solo párrafo de alto voltaje sentimental, sin más recurso de la prosa desnuda y desprovista de alharacas. Pág 21. “Con la llegada de la primavera necesito un libro de poemas de amor. ¡Nada de Keats o Shelley! Envíeme poetas que sepan hablar del amor sin gimotear…Wyatt o Jhonson o alguien por el estilo: lo dejo a su criterio“. Prosa bien temperada. Sonrío. Amor sin gimoteo. Me lo quedo.

2.Llevo toda la semana suspirando por un cocido completo y hoy es el día. Good news!. El cocido resume toda la felicidad en formato sólido y líquido. El vigor del garbanzo, la contundencia mantecosa del tocino entreverado y la tregua de la col. Siempre con un chorrito de aceite de oliva virgen extra y la conversación saltimbanqui con mis amigas de siempre. Planazo.

3.Noticia reseñable. Ya tengo edad para el tequila. Y no es porque Chavela Vargas me haya acompañado de camino al trabajo con su desgarro reposado, que también, sino por una cena a tres el jueves en el mexicano “Entre Suspiro y Suspiro“. Allí M. nos glosó sus viajes por aquel país con esa erudición del viajero que nunca fue soberbio sino abierto a la aventura. J. y yo escuchábamos sin perder ripio hablar de caracoles púrpura y pasadas ilegales en la avioneta del gobernador. Con ese brillo incombustible de los ojos que no se cansan de sorber y disfrutarlo. M. es un hombre de 59 años que baila como si tuviera quince y que destila bonhomía y tolerancia. “Te debo muchos tequilas”, me escribió después. Bendito sea tu hedonismo delicado y afable. Órale…

4.Me senté a esperar a J. en la plaza de Ópera como una guiri más. El camarero se acercó solícito en inglés de encantador de guiris. Sonaba ese tango delicioso  “Por una cabeza” de Gardel y el Real presagiaba un Rigoletto que no querría perderme de aquí a un mes. Tres chinos se ponían hasta las trancas de paella a las ocho de la tarde, y un actorcillo famoso pasaba por allí con cara de “miradme, que soy yo” bajo un sombrero absurdo. “No te mirarán por famoso, sino por bobo”, pensé yo (en español cervantino, no en inglés ad hoc), y tiritando de espera me fui un rato a San Ginés. Una iglesia sin misa es un refugio cierto para matar el rato (to kill the time). No se acercan dependientas a incordiarte y puedes perderte entre sus vanos, sus figuras de Cristo y de la Virgen, sus viejecitas distraídas de dios con esos bolsos.  El olor a madera con restos de ceniza.

Entre Suspiro y Suspiro

5.Una relación epistolar. ¡Qué buena suerte, Helene! O un toma y daca de recomendaciones breves como la de  J. (un J.distinto) hace unos días, que seguí de inmediato: “No te pierdas la exposición de la brillante Gret Stern en el Círculo de Bellas Artes“. Magnífica, desde luego. Con esas alusiones mudas a Sísifo o a Gala de Dalí. Tantas mujeres como querrías llevar por capas, que fueran poseyéndote por turnos, y tú como una médium entregada. Y también imprescindible la de Josef Koudelka en la Fundación Mapfre. Un plan de mediodía laborable en escapada libre y solitaria. Leí “Koudelka tiene una notable tolerancia a la adversidad”. Qué atributo tan sólido, pensé. Y una mirada propia, abisal, indestructible… Luego volví al trabajo sin comer, pero tan alimentada..

PD. Se me olvidaba una recomendación teatral de P., el hombre que anda cerca de la cerca y escribe insuflado de sabiduría: Anoche, pero no muy tarde: “Tienes que venirte con toda la redacción a ver  “Al Galope” en el Teatro Español. Vais a flipar!. Apuntado queda, amigo.