Leo que las tres palabras más buscadas este año en Google por los españoles son troika, amor y gluten, y pienso que se trata de una versión de los clásicos de la copla: salud, dinero y amor. O sea, lo de siempre. Parece que las incógnitas del ser humano no evolucionan, y algo tiene de esperanzador que en la era de Internet sigamos preguntándonos por lo esencial. Quiere decir que aún hay misterio.

“¿No crees, V., que esto de las fantasías podría írsenos de las manos?”, me preguntaba ayer Miss Fantasy mientras merodeábamos la tarde con ganas de salir y desfogarnos en el boulevard de la Castellana. De C. he hablado muchas veces y también publicado su insuperable teoría de las fantasías, que podría concretarse en: un objeto o plan de escaso o ningún valor material que produce altísimas dosis de ilusión.

Yo siempre me he apuntado a la exaltación de lo pequeño, como C.. No por falta de ambición, sino por reverencial convencimiento. A la troika me la imagino como un ejército que invade tus armarios y se marcha sin limpiar las huellas del barro de sus botas. El trigo me lo tienen prohibido hasta nueva orden y el amor es un milagro que uno no debe ambicionar, si acaso dejarse sorprender cuando aparece (siempre sin botas, delicado y tumultuoso). Mis dudas frente a Mr Google suelen tener que ver con palabras, y nada me excita más que descubrir algún término nuevo o un significado ignoto de algún viejo conocido. Como me frustra comprender que llevo toda la vida utilizando mal una palabra, o semi mal (¡ay, “diletancia”!)

¿Qué es bueno para la resaca? es otra de las inquietudes abisales de los internautas, que también se han preguntado, y mucho, ¿Qué pasaría si no hubiera Luna? Pues ya os contesto yo; Sería un drama atroz, un apagón de fe, una gripe mal curada. A mí me sigue abismando el secreto de la Luna. Cómo puede ser tan escurridiza y tan veloz, me pregunto esas noches tibias en las que la Dama pálida me sorprende por un callejón y al rato está, burlona,  sobre mi santa cabeza. Naturalmente, hay una explicación que hasta los de letras puras podemos entender, pero mi mente se resiste a entender algo con fórmulas matemáticas cuando la duda poética garantiza tanto romanticismo. Diría que prefiero los versos vibrantes de aquel perito en lunas que los cálculos de Hiparco o los dibujos minuciosos de Galileo.  

La hora es de mi luna menos cuarto, recitaba Miguel Hernández, tan preciso.

Más dudas acuciantes, sigo leyendo.  “Por orden
de prioridad, los internautas españoles querrían ser felices, modelos,
guapas, populares, hackers, millonarios, youtubers, mejores personas, buenos comerciales y, en décimo lugar, más inteligentes. Son los resultados a la pregunta “¿cómo ser…?”.

En décimo lugar, inteligentes. ¡Quién necesita inteligencia pudiendo preguntar estupideces en régimen de barra libre y sin ser visto! Ser hacker, sin embargo, lo encuentro distraído y laborioso. Es una forma de violencia sin sangre, lo contrario al puñetazo del joven a Rajoy. Pregunto a Google: ¿Cómo se protege a un presidente del Gobierno en actos de campaña? En círculos concéntricos, responde. Pues ayer los círculos debieron ser cuadrados, o no ser.

Lo dejo aquí. Ando muy huérfana de luna y espero rematar mis fantasías animadas 2016, como hago cada vez que el año languidece y llega ese delirio de amor y polvorones que es la Navidad, diga lo que diga Google.