La asistenta de M.J le informó, orgullosa, de que había comprado una boisserie para su salón: “Y ya les he dicho a todos en casa: no quiero libros, sólo adornos”.

Tener tan claro que la cultura que no está para exhibirse me parece una prueba de sabiduría.  Sin duda una pastorcilla de Lladró bien merece un puesto de honor en el front raw de madera conglomerada, compartido con una docena de marcos de foto de alpaca al punto de brillo, y tres cajitas chinas de laca tóxica del todo a cien.

Cierto amigo que no desea ser citado ni con iniciales acude cada martes a la librería Paradox, que está de liquidación por cierre (imagino que es un efecto del regreso imparable de la boisserie para adornos). El establecimiento ha publicado en su web algo parecido a la despedida de un ajusticiado poco antes de la fecha de la inyección letal.

Estimado cliente y amigo: 

Ha llegado el momento del adiós definitivo, el día del cierre de la Librería Paradox. 

El día elegido es  el 29 de noviembre, sábado, a las 13:30h.

Es tan poco tiempo el que queda que da
un poco de vértigo. Sin embargo, lo que siento ahora es vuestro aliento y
apoyo en estos últimos tiempos. Después de 36 años de intercambio de cariño y lecturas, de amistad y compromiso, os pido un esfuerzo más, y es que vengáis a comprar libros hasta dejar la librería vacía.



Me pregunto cómo es posible que muera una librería y sobrevivan las boisseries. Ese adefesio ideológico del interiorismo de los sesenta y setenta al que ya dediqué un post y cuya única virtud reside en que te soluciona una pared y permite almacenar toda la quincalla del universo doméstico bajo un cristal, en una explosión del kitsch muy Bollywood y muy middle class. 

Mi amigo el innombrable, al que aprecio por su diabólica inteligencia, su abisal sentido del humor y una bondad a prueba de tsunamis, cree que mis lecturas son frívolas y dispersas. Yo me defiendo como puedo, sabiéndome perdedora de antemano,  y él remata sus burlas con una carcajada que siempre brota a borbotones, como un escape de alcantarilla tras la ruptura de una tubería central.

Paradox invita a un asalto a sus estanterías abarrotadas de psicoanálisis, antropología, lingüística, derecho, filosofía. La asistenta de M.J a la vindicación de la familia nuclear, la formación del espíritu nacional, el tabú del sexo, el cocido en el puchero, la apariencia sin fuste. 

El despelote estético y dictatorial.

La muerte de Paradox es la muerte de la Ética a Nicómaco, de las Catilinarias, de la Ciudad de Dios. La resurrección de la boisserie es la de la la jura de bandera, de la primera comunión, el orden sin condumio. 

Entiendo (y aprecio) la fidelidad de mi amigo a Paradox, y también la de esa mujer a los adornos. No encontrarme en ninguno de ambos bandos me convierte en un ser intempestivo. Pero debo decir en mi defensa, señoría, que detesto la madera falsa y los marcos de fotos. Que jamás entraron figuritas de porcelana en esta casa y que no, no soy habitual de Paradox, pero me sumaré al responso porque su final es el final de la cultura de altos vuelos. 

El 28 de noviembre es el Día de las Librerías y el día siguiente PARADOX echará el cierre. 

Por tanto, os animamos a venir estos días y a acudir a despedir a la librería el día 29 de noviembre, sábado, a las 13:30 horas. A continuación, como no podremos tomar la Plaza de Santa Bárbara, trataremos, al menos, de tomar una caña.

Buena lectura y gracias a todos por todo. 
Jose Javier Lasa (Checho)