P { margin-bottom: 0.21cm; }-Esos
son buenos o malos?
-Malos,
son de Darth Vader
-Pues
en esta peli son todos malos…
Grandes
conversaciones para un año que agoniza. La cama invadida de sobrinos
dispuestos a ver en comunidad ”La Guerra de las Galaxias”. La
auténtica. La de la princesa Leia antes de caer en las redes del
alcohol y las drogas. Con ese look Dama de Elche que a la distancia
de 40 años una se pregunta cómo pudo excitar a Luke y aún más a
Han Solo. Evidentemente los golfos chatarreros estelares están
dotados de una gran imaginación. Pero mis sobrinos no parecen
alterarse por el aspecto vintage de esta entrega y mientras una me
clava la cabecita en el hombro la otra tira de la manta comunitaria y
repite (lo hará unas veinte veces) la pregunta: ¿Pero estos son
buenos o malos?)
Dos
dramas anoche: olvidé los tapones para los oídos y en este pueblo
sacado de una estampa de Dubronik tras un bombardeo
no hay tiendas
(ni vecinos, ni más opción de vicio que un bar costroso). 2.Temí
por nuestras vidas porque aunque mis hermanos me juraron por las suyas que estas chimeneas con puerta no permiten la fuga de gases
malignos, me dolía tanto la cabeza que me he levantado tres veces a
comprobar que las chukis respiraban. Este año tengo
cama para mí sola, ¡y de matrimonio!
(puntúa doble, los
divorciados solíamos estar condenados al ostracismo que una camita
plegable en el salón, en medio del paso de las tropas). De seguir
así en dos entregas más de Nochevieja rural terminaré en una suite
con vistas a la demolición y un solícito mayordomo en la puerta.
Cuaderno
de bitácora: No sé cuántas despedidas de año nos contemplan en
este páramo de la Sierra Pobre
, pero reconozco que cada entrega me
cae más simpático en su desnudez adusta. La familiaridad por
repetición obra el milagro. Reconoces la viga con la que te has dado
varios golpes en la cabeza, te estremeces al ducharte en el gélido
cuarto de baño, acumulas mantas de esas de antes, que pesan pero no
abrigan, y contemplas el paso del tiempo en tus sobrinos y en tus
hijas, que es el tuyo pero acusando a otros.
Has
llegado, como siempre, con el maletero cargado de viandas como
chamarilelos que esperan una nevada que los aísle quince días del
mundo. Se te ha olvidado una bolsa clave en casa -adiós a mis
limones en ayunas- has salido con uno de tus hermanos a pasear para
ir poniéndoos al día como si no os vierais durante el año y uno
llegara de Michigan y el otro de Tesalónica. Habeís compartido el
chocolate humeante con el roscón y abajo se escuchan las palas de la
mesa de ping pong donde esta noche dispondremos una cena poco
adecuada a los cánones del día que toca. Pero antes, a mediodía,
cocinaremos las migas del pastor más deliciosas del mundo, en un
enorme perol a pie de calle, con vino y bromas, y perros callejeros
que se acercan al olor de la panceta,
y un viejecillo pesado que cada
año pega la hebra y nos vende huevos a granel.

Familia mirando burro
Conmovedora
sencillez que nos embriaga con sus dones y nos hace familia. Algunas
tratamos de leer en un cuarto refugio rezando por no ser descubiertas
por las tropas: “Incluso he fingido fumar un cigarro, con un lápiz
entre los dedos. Después me he dormido, con un sueño denso y
pesado. Ahora son las tres de la mañana. El silencio me da miedo. Yo
no quiero morir, No en pleno Fetspiele” (me susurra Ricardo Piglia,
“Por un retrato futuro. Conversaciones con Juan José Saer). 
He
apostado a un solo libro, a un solo recuerdo. A unas botas
desgastadas de montaña. A un forro polar y a este teclado que se
agota de tanto martillazo con mis dedos. Escribir en la cama es sólo
vocación de Fin de Año. Con un punto de frío en las rodillas y la
melancolía de repasar un tiempo que se fue, vertiginoso, desde la
última vez que saludé desde el ventanuco de este cuarto a esa casa
derruida y blanquecina de rocío.

No
ha estado nada mal este 2015, desde luego. Pero ya eres pasado,
mozalbete. En un rato trotaré con mis hermanos por los montes
entreverados de encinas, un ritual funerario que nos causa esa
euforia familiar de los esfuerzos antes de poner el contador a cero y
llenar los pulmones de aire limpio y brindar por lo que venga, sea
como sea. Sin temor y sin expectativas vanas. A lo grande.
Feliz
2016, troles del bosque. Los urbanitas que van a morir os salutant.
P.D. Lo vais a flipar con el video…