Mi querida Big-Bang:

Las hordas están apunto de llegar y es inquietante. El Telediario ha perpetrado una de sus noticias favoritas, la de la operación retorno, y la pieza podría ser de los noventa o de dentro de cinco años. Tanto da. Esos tipejillos que son los periodistas apuntalan un modus operandi y lo repiten hasta la saciedad, en un machaque goebbeliano que, lejoS de estimular a las víctimas, las impulsa a levantarse a vigilar el fuego apagado o ir al baño sin que la próstata lo ordene. Y encima sacan en el reportaje familias horribles en pantalón pirata que hacen sus maletas en apartamentos espantosos pintados de color salmón oscuro casi rosa relatando la pena que les da volver a la ciudad. “Si yo hubiera estado quince días en ese museo del horror mataría por volver al gotelé urbano, troncos”, musito para mis adentros.

La rutina amenaza con devolvernos tontamente lo que perdimos en junio. La espera en la parada del autobús con tu vecino el cienciólogo delirante, la compra de la bonoloto para desafiar a una suerte que no llega; las prisas por las aceras con la mirada extraviada (esa es la de siempre, me temo), los besos a las chukis a la puerta del colegio (corrijo, la chuki adolescente no quiere verme ni en pintura, así que hemos pactado fingir que no nos conocemos), la operación forrado de cien libros, que exaspera a la impaciente que me habita. El tedio y la furia.

Septiembre es en sí un tópico ambulante y hay que cumplir con el ritual: me apunto al gimnasio para regalar una vez más el dinero, me entrego al shopping harta de la chancla y la camiseta de churrero, releo a los clásicos (vale, no, era un porsicuela), quedo a cenar con gente decidida a contar su verano (y así no hay quien vuelva a la 38, esa cifra aspiracional), comienzo una colección absurda en fascículos y vuelvo a mirar el despertador. Una lata porculera.

Hago un llamamiento desde este mi diván a desafiar las inercias del mes. Finjamos que es invierno y cae la nieve lenta en nuestro chalet de Gstaad, que una bomba atómica ha exterminado El Corte Inglés sección vuelta al cole. Que las campañas contra la caída de pelo han sido declaradas de desinterés nacional y que siempre es viernes por la noche y las noticias, por fin, hacen un corte de mangas a los topicazos y lugares comunes que nos condenan al petit point o al alcoholismo y otras toxicomanías. Por puro aburrimiento.