Ayer cumplí con uno de los rituales fijos de la temporada: desollarme los pies con las primeras sandalias.

Todos los años sucede, sin que la memoria histórica (¿histérica?) me haga previsora. Hay heridas que siempre estuvieron allí, pero el invierno pone capas y fingimos que se han ido. Luego nos quitamos las vendas y, a la llamada del sol, salimos con las tiras de piel sobre la piel, y antes de doblar la esquina estamos pegando alaridos de dolor.

Los pies siempre estuvieron, pero tendemos a ignorarlos. Entonces se desangran, se despellejan, y reclaman su lugar en el mundo. Y sacamos las tiritas.

En casa las hay de todas las formas y colores: con dinosaurios, de tela marrón claro, plastiqueras…da igual, todas terminan levantándose y si hay roce, vuelven a sangrar.

Anoche no dormí bien porque mi nevera hacía ruidos extraños, unos quejidos de tal consistencia que temí que los restos de la cena hubieran cobrado vida. Entonces volvieron a dolerme los pies, ese familiar escozor de la rozadura que vuelve con sus exasperantes recidivas. Puse la radio. Supe que George Clooney organiza esta noche en su casa una cena para recaudar fondos para la campaña de Obama a 31.000 dólares el cubierto. Me pareció heroíco que alguien pague semejante barbaridad por sentarse con el bello con coartada  política. ¿Qué sandalias me pondría en esa cena? pensé. Y fantaseé con que me sentaba a su lado y me pasaba la cena colocando las tiritas en su sitio, con esa desazón creciente y el impulso de salir a la fuga, como una Cenicienta triste y sin destino.

Las madrugadas son para los valientes. Para aquellos que han cauterizado las cicatrices y no temen la llegada del calor. Si a esas horas te cuentan que el agujero de Bankia es aún mayor, que un señor juez llamado Dívar cargaba sus gastos de lujo en Puerto Banús (vaya hortera) a las cuentas públicas, que a una inmigrante van a hacerle pagar 20.000 eurazos que no tiene por ser tan desvergonzada de padecer un cáncer y tratárselo en la sanidad pública…

… Si te dicen que las víctimas del terremoto de Lorca aún no han cobrado las ayudas, que Ruiz-Mateos, ese piadoso estafador de misa diaria, ha tangado aún más de lo que se sabía… te dan ganas de llorar y te pican los pies con mala leche. Para cuando llega la noticia anecdótica -esa portada de TIME que plantea la lactancia hasta los tres años y cuestiona si somos suficientemente madres en caso contrario- ya no te apetece reír, sino matar a las de la liga de la leche. Y a esos capullos que nos quieren tener en casa bien atadas y entregadas al oficio de amamantar para que nuestras conciencias estén a salvo y no quitemos puestos de trabajo a nadie.

Y la conciencia de esos otros, los de los titulares que escupía la radio esta madrugada, ¿dónde está? Espero con toda mi alma que desollándoles por dentro hasta impedirles dar un solo paso sin dolor.

Sí, las malas noches son como los zapatos nuevos. Un infierno.