Escucho en un bar, después de haber corrido y tras darme un baño en el mar a esa hora en la que los cangrejos bostezan, una frase memorable: “Mi tensión sexual quintuplica hoy la prima de riesgo del Reino de España”. Hablar de sexo tan temprano te pone las pilas, supongo, y pienso que si a las ocho de la mañana ya has hecho ejercicio, ya has visto salir el sol y has nadado y ya notas el calentamiento global del planeta hombre, poco queda tan intenso,  salvo tal vez comprar un tomate en el mercadillo local, echar un poco de sal maldon y morderlo como si se tratara del último bocado de un reo.

Las sensaciones más fuertes, en verano, te alejan de los sobresaltos de la economía, del meapilismo de algún ministro que fingió ser progre cuando le convenía y ahora muestra su verdadera faz. De las olimpiadas que presuntamente se juegan en Londres, pero te la refanfinflan. Las urbanitas que elegimos la naturaleza como tratamiento de shock sólo nos casamos con el aquí y el ahora, y que se hunda el mundo mientras te pille en un puerto encantador con barquitos meciéndose tranquilos mientras, allá a los lejos, una señora embutida en bañador con cazoletas se prepara para su baño diario y un grupo de niños surfistas afilan sus tablas para desafiar las olas.

Y alguien, en algún sitio, está escuchando lo de la tensión sexual y puede que se parta de risa o puede que responda algo calentorro, y a esas horas de la mañana debe ser un planazo,  piensas mientras buscas un lugar para hacer estiramientos, que el cuerpo es muy rencoroso y si no le das lo que pide tras el esfuerzo se venga con calambres y dolores. 

Además de desorientada y voyeur de tipos que madrugan como yo, soy pronadora. O sea, que corro más hacia dentro que hacia fuera, y esta mañana he descubierto pronando un camino entre paredes de piedra que desemboca en el mar, y en una ermita muy pequeña y preciosa que está cerrada pero ya quiero ver. “Mami, todas las iglesias te gustan, qué pesada”, me dice Minichuki. Y tengo que darle la razón, pero puntualizo: “Con tal de que tengan al menos dos siglos…”

Arte, sexo, paisaje, café con leche, baño intempestivo… Tantas cosas, tan temprano. Estoy por acostarme ya y esperar a ver qué me depara mañana.