Milán es una ciudad incomprendida, una mujer a la que hay que mirar muchas veces para apreciar su belleza nada evidente. Llegas y te dicen ¿de verdad que te gusta esta ciudad?, con cierto mohín de asombrado desprecio, y tú te sorprendes justificándote por mirar los tejados de esas casas donde árboles inmensos provocan jardines voladores. Y te siguen mirando consternados. Ya, sí, la arquitectura…