Ser borde, para algunos, es una condecoración. Una forma de salir de las trincheras en tiempos de paz con la metralleta bien cargada. El otro día hablábamos de una mujer que se relaciona con el mundo siendo antipática, arisca y seca. Como si esa actitud la elevara a una colina donde ver a los demás empequeñecidos. Manejables. Dar miedo es una forma de dominio cobardón…