El otro día asistí a un funeral y tuve sentimientos encontrados. El sacerdote parecía conocer bien a la difunta. Normalmente sucede lo contrario y el resultado es una frialdad tal que uno piensa que con tan extraño embajador será difícil que nadie abra las puertas del cielo: “Hombre de 79 años, fallecido de un ataque al corazón y sin pecados mortales aparentes. Deja esposa y…