Quise acostarme con Selva Almada pero volví a él, a su aliento liviano y familiar: “El don de la lectura (…) requiere, en primer lugar, un vasto legado intelectual -una gracia, debo llamarlo- en virtud del cual el hombre alcanza a entender que ni él tiene toda la razón, ni aquellos con los que no comulga están del todo equivocados”. Ayer pasé 24 horas invertebraba…