La escarcha se resiste a abandonar los tejados derruidos de este pueblo en medio de la nada donde despedimos el año. Un lugar sin identidad reseñable dotado de perros famélicos y cojos y vecinos que no ves pero escudriñan por detrás de la puerta a esta familia grande y ruidosa que se reparte a los chinos las camas disponibles. A mí me ha tocado con…