Paso la tarde del viernes en completa y gozosa placidez. Aferrada a la cuarta entrega del diario de Salvador Pániker que él ha titulado “Diario del anciano averiado”  (Literatura Random House), título que, por coloquial, no me encaja del todo con el tono tan desafecto al chascarrillo, las frases hechas y lugares comunes del volumen. Él mismo se queja de este mal endémico: “Anatomía de…