P { margin-bottom: 0.21cm; }El pueblo olía a estiércol y la casa a un potente matamosquitos que no entendía de perfumes florales. Anoche, bajando las escaleras angostas, me invadieron de pronto ambos aromas que ha amordazado el tiempo, aunque queda un remedo que estalló  sin preaviso en el recodo de los peldaños de la casa que fue de mis bisabuelos, Casa Marco, porque aquí los…