Anoche los goliardos hicieron de las suyas en la Plaza Mayor de Madrid. Un baño de música profana en un cielo sin luna aparente donde mi amiga F. y yo, más otros cuatro mil entusiastas de la diosa Fortuna, nos entregamos a los brazos de Carmina Burana con hambre de viernes y sin nada que perder. Convencidas del poder balsámico de esta cantata que escuchas…