Mi querida Big-Bang: LLevo seis años guardando unas muletas en el armario del hall y no sé por qué. El último esguince me lo apañó un tipo que se hace llamar Jesús el Brujo, retorciéndome los ligamentos del tobillo con un gancho mientras yo aullaba de dolor y de inútiles Nolotiles inyectables que me bebí con ansia, como si fueran gin-tonics de Bombay. Después, el…