Y entonces un día, casi sin venir a cuento, te da un ataque de sentido de la propiedad. Quieres una casa donde caerte muerta. Cuatro paredes y un patio ((sorry por ser tan pelma)). Con una higuera, tal vez, aunque se admiten otras variedades de árbol que escupa sombra generosa. Y un ojo achicharrado sólo excita más la fantasía del inmueble, que dibujas con la…