Casi sin darme cuenta, voy abriendo las ventanas al verano y sacudo las almohadas a un aire imaginario. Ahí fuera huele a musgo y a hortensia, esa flor sin olor que con su centelleante arcoiris azulvioleta te confunde y asumes que alguna fragancia oculta tendrá, como asumes que una mujer bella y triste huele a almizcle o que hay un ánimo agosteño aún en junio,…