Cada ciudad es lo que te ha pasado en ella. Así, Venecia fue una góndola y un gondolieri cuellicorto y mi abuela, oronda y sarcástica, diciéndonos a mi hermana y a mí: “Nenas, no miréis a los novios (que se comían a besos en el asiento de atrás). ¡Menudos guarros!”. Luego fue el lugar donde pensé que todo estaba perdido. Y a la tercera fue…