Suelo escaparme muchos mediodías al Retiro. Sola y avariciosa de ese vergel inmenso de ciudad. La maniobra es la siguiente: me calzo mis Nike, aunque lleve falda y parezca la tonta del bote o una excéntrica con ínfulas de yanqui de la Gran Manzana, paro en una pastelería Mallorca a comprar cuatro delicatessen excitantes y corro a ese parque majestuoso de Madrid en busca de…